La Educación en la Antigua Roma: Forjando Ciudadanos y Soldados
La educación en la antigua Roma es un fascinante viaje a través de los siglos, donde los cimientos de una poderosa civilización se cimentaron desde sus primeros pasos hasta su esplendor en las Guerras Púnicas. Aunque los registros documentados de la instrucción de los niños en los primeros dos siglos de Roma son escasos, podemos remontarnos al año 449 a.C. para encontrar evidencia histórica de la existencia de escuelas. Una joven llamada Virginia, bajo la atenta mirada de su nodriza, asistía a una escuela enclavada entre las bulliciosas tiendas del Foro.
En esa época, las poblaciones pequeñas de Italia albergaban escuelas frecuentadas por jóvenes de las principales familias. Un relato memorable es el del maestro de escuela de Faleria, quien entregó a sus discípulos como rehenes al general romano. También se recuerda la sorpresa del pueblo de Túsculo al escuchar el sonido armonioso de los escolares recitando sus lecciones en una ciudad normalmente tranquila.
Para comprender mejor la educación de un joven romano en aquellos tiempos, podemos recurrir a las palabras de Plutarco, quien describió la forma en que Catón el Viejo educaba a su hijo. Aunque en su hogar contaban con un esclavo letrado encargado de instruir a los niños de la casa, Catón no dejó la educación de su hijo en manos ajenas. Él mismo se convirtió en el profesor de su hijo en materias que iban desde las letras y el derecho hasta los ejercicios físicos. Incluso escribió con su propia mano un cuaderno de letras grandes para enseñar a su hijo a leer y escribió su propia versión de la historia.
Sin embargo, lo más importante era que Catón educaba a su hijo mediante el ejemplo, ya fuera en el arte de montar a caballo, manejar armas, luchar, nadar en un río, o soportar las inclemencias del tiempo. La vigilancia de un padre sobre su hijo era constante; incluso cuando asistía a un banquete, el niño lo acompañaba, y cualquier acto que pudiera afectar su inocencia era reprendido con severidad. Catón, en su papel de censor, llegó al extremo de excluir del Senado a un hombre llamado Manilio por besar a su esposa en plena luz del día en presencia de su hijo.

Este sistema, que se centraba en la práctica y la formación moral, fue la norma en las familias respetables de la época. Cuando un joven perdía a su padre, siempre encontraba a alguien de prestigio y experiencia que lo guiaba. Al final de las comidas, durante los días festivos, se entonaban himnos que celebraban las hazañas de los grandes hombres, y los niños participaban activamente en estos cantos.
Esta educación no solo tenía como resultado cuerpos fuertes y caracteres firmes, sino que también forjaba almas disciplinadas y sumisas a las leyes. El periodo que abarca desde las Guerras Púnicas en adelante se caracteriza por una evolución significativa en la educación romana, que incorporó cada vez más influencias griegas en su búsqueda de conocimiento y cultura.
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