La Línea: entre comercio y ocio
El conflicto en torno al Mercado de Abastos de La Línea va más allá de tasas o metros cuadrados: refleja la encrucijada entre dos modelos de ciudad muy distintos.
Un edificio necesario de rehabilitar
He seguido con atención la trayectoria del mercado, no desde que comenzaron las obras de rehabilitación, sino mucho antes, casi desde sus comienzos. Históricamente parece que nació no con muy buenos signos, pero no me quiero desviar. Lo cierto es que, durante los años que lo conocí, no era un edificio que prestara unas condiciones adecuadas para el desarrollo de esas actividades. Su rehabilitación, por tanto, era una cuestión indiscutible.
Dos razones enfrentadas
Los acontecimientos posteriores, después de actualizar y revisar la información disponible, declaraciones escuchadas y publicadas, me llevan a pensar que las dos representaciones en litigio tienen razón. Cada una, con sus argumentos, expone verdades, y precisamente por eso se hace tan difícil reconciliarlas.
El conflicto del Mercado de Abastos de La Línea no es solo una pelea por tasas o metros cuadrados: es la expresión de un dilema mucho más profundo, el modelo de ciudad que se eligió, especialmente hace unos años. Y ahí está la verdadera cuestión: decidir si se quiere una ciudad pensada para vivirla día a día o solo para consumirla de noche. No es un debate económico, es un debate de identidad. Esta es mi reflexión a esa conversación que mantuve con unos amigos.
El dilema del Ayuntamiento y los comerciantes
El Ayuntamiento puede legalmente reconvertir el mercado en ocio y hostelería, y esa capacidad refleja una visión más amplia: en La Línea, la vida urbana se mide cada vez más en términos de “éxito” de la fiesta. Legalmente, puede hacerlo; políticamente, parece conveniente. Pero lo cierto es que este camino tiene víctimas claras: los comerciantes tradicionales y, más aún, un desarrollo normalizado de la ciudad, cuya actividad ya está en riesgo.
Los comerciantes saben que en cuanto bares y distracciones ocupen el espacio del mercado, su negocio estará sentenciado. Y en una ciudad donde la vida social gira en torno a la fiesta —se quiera admitir o no— la derrota es casi segura desde el primer día. Algunos incluso han optado por mudarse a locales externos, pagando alquileres más altos, para mantener sus negocios a salvo.
El espejo de Estepona
El ejemplo de Estepona es ilustrativo. Allí, el antiguo mercado desapareció para convertirse en un espacio gourmet para turistas y residentes flotantes, funcionando porque la ciudad tiene población constante durante todo el año. La Línea no es Estepona: aquí llegan pocos visitantes y existe un riesgo real de despoblación. Si el modelo gira solo en torno a bares y ocio, lo que se gana en animación se pierde en ciudad viva, comercio de barrio e identidad urbana.
El arma de doble filo del ocio
Hoy la ciudad exhibe calles abarrotadas hasta altas horas de la madrugada, estructuras metálicas y marquesinas que afean el espacio público, y centros donde la gente solo acude a consumir ocio, mientras otra parte de la población soporta la acústica y la presión urbanística. Parece un “éxito” para algunos, pero es una señal de alerta: el ocio de la hostelería es un arma de doble filo. Bien gestionado, puede revitalizar espacios; mal gestionado, puede destruir el corazón de la ciudad.
Una llamada al equilibrio
La Línea corre el riesgo de ahogarse en su propia imagen de fiesta, sacrificando comercio, mercado y vida cotidiana. Ya lo hizo con los huertos del Zabal, con su pesca y hasta con la despreocupación por conocer y aceptar su propia historia. La pregunta que dejo es clara: ¿se quiere una ciudad viva, con tejido social y comercio local, o solo un escaparate de bares y diversión que pronto se quedará sin alma?
Ambas direcciones, en determinadas circunstancias, pueden ser compatibles, pero solo si se busca un equilibrio razonable.
He preferido dejar al margen aspectos relevantes.
ResponderEliminarEsto si me parece una exposición clara y contundente sin rodeos.
ResponderEliminarAmigo Santiago, no representas a nadie, pero se te entiende todo.
ResponderEliminarEstoy abierto a contestar preguntas o aclarar cualquier punto del artículo, siempre que se planteen de forma abierta y no anónima. Yo lo hago de forma visible, porque considero que el debate enriquece cuando es transparente.
ResponderEliminarMe ha parecido un artículo estupendo. No has escatimado en palabras ni descontento con el estado de La Linea. La dirección correcta se está desviando hacia lo superficial y nulo. El figurar en los mejores sitios de ocio es algo natural en La Linea desde que tengo uso de razón y si la cosa no cambia. Seremos solo un gran escaparate con maniquíes y sin alma.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Ana. Como bien dices, La Línea siempre ha tenido sus peculiaridades, y eso está bien porque forma parte de su identidad. Pero de ahí a la realidad actual hay mucho trecho. Tu imagen de ‘un gran escaparate con maniquíes sin alma’ lo resume perfectamente.
ResponderEliminarcomo pueblo crecimos o , si lo prefiren , nos desarrollamos basándonos en los comercios de mayor o menor porte . Nuestra historia asi lo corrobora , desde hace mas de 155 años . El lio de ahora con el Mercado por inaugurar consecuencia de ello es . Aludes a las fiestas . Le dijo el padre al hijo " Fiastes todo en las fiestas". Apuesta arriesgada , como bien deduces de las actuales circunstancias . Mirarnos en los espejos , no sólo vivimos de acicalarnos , es obligado . Tarde o temprano , delante de ellos nos vemos tal como somos , siempre que la mirada sea honesta . Andemos alerta , letra a letra , palabra a palabra , frase a frase . Diálogos donde expresar soluciones a nuestro desencanto . Sécate antes de lucirte en el escaparate , que chorreando no luces bien , me dice mi madre cada vez que me voy de farra . Santiago , siempre manejando el escalpelo de manera magistral para diseccionar la actualidad que nos rodea e incumbe .
ResponderEliminarParece que poco han pensado en los residentes de ese centro tan distraído a altas horas de la madrugada. Menos mal que hablas de los que muchos callan.
ResponderEliminarMe ha encantado, no creo que pudiese haberse hecho mejor exposición existiendo la polémica realidad que sufrimos y vivimos con nuestro Mercado. Cuando veo mercados rehabilitados de pueblos similares al nuestro y hasta mucho mas pequeños en países cercanos y el cariño que le ponen en la conservación, gusto, accesos, modernidad y funcionalidad que da sus frutos pues se sigue haciendo negocios en ellos y atraen al turista y cada día más a los de booking/airbnb que aunque cierto es que encarecen precios pero una realidad que en lugar de consumir en sus lugares de procedencia lo hacen en comercios cercanos a sus apartamentos, añadiendo vida a la ciudad y aunque critico también la transformación de la que se comenta arriba priorizando el tapeo y ocio, me parece que involucionamos aunque esté de moda, salvo que por casualidad y no meditado o programado nos sea bueno lo que se pretende con este Mercado si Schengen Area nos trae esa prosperidad que auguran puede llegar y todos deseamos para que definitivamente nuestra ciudad tenga sus propios recursos para prosperar sin las trabas de marginalidad ni tantas familias vulnerables.
ResponderEliminarGracias por su comentario y elogio. Su razonamiento es impecable. Seguramente muchos coincidimos en que, si conversan las partes con ánimo de resolver el asunto, lo van a conseguir. En cualquier caso, se debería abordar el modelo de ciudad que los linenses desean.
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