El árbol que florece sin ser visto
| CHIPPI | 
Camino despacio por la orilla del río, cercana a una zona del embarcadero, a pesar de mi calzado deportivo que me hace sentir seguro en el caminar, miro frecuentemente hacia abajo, para tratar de evitar las crecidas y húmedas hierbas que cubren las zapatillas y mojan la parte superior, además de dirigirme por terreno más seco para rehusar pisar el verdoso limo de todos estos días de lluvia.
Escucho tenuamente el discurrir de las aguas en su camino tranquilo hacia el mar, siento como si estuviera acompañado con todo lo que me rodea y me dejo envolver por el diálogo silencioso con la belleza del presente. Mientras recorro con la mirada todos los detalles del entorno, me permito después escribirlos sin la intención de convencer ni de captar la atención.
Quiero escribir porque sí, porque es un acto de creación en sí mismo, sin la necesidad de validación externa. Si alguien más encuentra belleza en ello, será un regalo añadido, pero nunca el propósito. Nunca lo fue y ahora aún menos. Si se quiere como un acto de reconciliación consigo mismo, como mencioné en el capítulo primero del Príncipe Alfonso, o un acto de justicia, si se le quiere llamar, tal y como menciono en el artículo tan seguido y callado “Las manos que no se tendieron”.
Distraído resbalo cerca de un árbol, posee un tronco majestuoso, propia de su antigüedad, su posición inclinada parece que quiere besar y acompañar al torrente, o quizá jugar a engañar a los peces con un entramado de ramas sin hojas que, las sombras imitan a las redes en el agua. Esta imagen del árbol evoca en mí un antiguo proverbio zen: 'El árbol florece sin preguntarse si alguien lo está mirando'.
| CHIPPI | 
Al girar, casi parece que se me extiende un ramo de flores, con los bellos colores del rojo, amarillo y verde. De modo, quizá irreflexivo, doy las gracias. Y en ese gesto, recuerdo las palabras que me dedicó el P. Clemens de Sevilla sobre la importancia de ser agradecido.
| CHIPPI | 
Dejo estas palabras en mi Blog como quien lanza una carta en una botella al mar, sin saber a dónde llegará ni quién la leerá, pero con la certeza de que su existencia ya es suficiente. Como en 'Las manos que no se tendieron' o en los capítulos del Príncipe Alfonso y muchos otros, escribo sin esperar respuestas, solo para que las palabras vivan por sí mismas.
| CHIPPI | 
Gracias por este derroche de belleza.
Imágenes capturadas en el mes de marzo de 2025- Villa de Los Barrios
Muy interesante.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarCarmen Lavado: Precioso, maravilloso.
ResponderEliminarGracias, Carmen.
EliminarMariola: Siempre hay quien encuentra belleza también en tus palabras!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra que así las consideres.
ResponderEliminarUna vez más, gracias.
ResponderEliminar