Campamento: Olor a Tierra Santa
Es viernes, en la humilde parroquia de Campamento, se celebra la conmemoración del crucificado. Aquí, no se hallan luces deslumbrantes ni música pomposa, ni candelabros, varales, ni tronos ostentosos. En cambio, nos encontramos con un grupo de personas que llevan la cruz mientras otros siguen en silencio. Es una celebración modesta, despojada de los lujos habituales en estos eventos.
Sin embargo, la grandeza de este momento yace en su sencillez. Es una expresión sincera de fe, nacida del genuino deseo de recordar y honrar. A pesar de la falta de medios materiales, el sentimiento que impulsa a cada persona presente es profundo.
En esta parroquia, lo esencial prevalece. La pureza del acto, libre de adornos, resalta el compromiso profundo de la comunidad con su fe. Aquí, en este modesto lugar, se halla la verdadera esencia de la devoción y la comunión con lo divino.
Por otro lado, en Campamento, la figura del crucificado emerge, y mi corazón anhela estar allí, en presencia de ese espectáculo sagrado. Deseo contemplarlo, acompañarlo en su angustia, sentir el peso de sus manos y pies atravesados por el hierro. Quiero ser testigo de su dolor, sumergirme en su sufrimiento.
Hace apenas unas horas, la suave brisa acariciaba las ramas en el lugar donde te refugiabas en amorosa comunión con tu padre. Ahora, el sonido sordo de sandalias cruzando el valle resuena en mis oídos, un eco de tu marcha lenta y solemne.
Te encuentras allí, en la cruz, con un semblante cargado de tristeza y pesar, soportando el peso de todo lo que sientes y sabes. Es una agonía desgarradora. Hoy es viernes, y estoy aquí para sumergirme en la verdad, para absorber cada momento. Anhelo escuchar el paso lento y pesado, deseo el silencio y la soledad de la noche iluminada por una tenue luz. Quiero que las oraciones sean mi música, que la luz de las estrellas y la luna guíen mis pensamientos mientras reflexiono sobre los misterios que rodean tu sacrificio. Necesito tu consuelo, anhelo entender los porqués.
Quiero extender mis manos para ayudarte a bajar de la cruz, cubrir tu cuerpo con lienzos blancos de amor. No quiero ser un mero espectador del traslado a tu sepulcro, deseo estar a tu lado, cantando las letanías que en otro momento te fueron negadas.
Por una vez, codicio correr más rápido que cualquier otro, llegar primero a la tumba y confirmar que tu resurrección no es un sueño, sino una realidad palpable que beneficia a la humanidad y a nuestros seres queridos. Que esta verdad se difunda como un faro de esperanza en medio de la oscuridad, iluminando el camino hacia la redención y la vida eterna.
La Línea 2024
Estimados amigos de la Parroquia de Campamento, incluyendo al Padre Ángel, Matías y su esposa, Sandra, Mercedes, Encarni, Mari, Lucio y su esposa, y todos los demás miembros de nuestra comunidad, les envío mis más sinceros deseos para que vivan una Semana Santa llena de espiritualidad y reflexión.
ResponderEliminarMuchas gracias. Dios bendito nos cubra con sus bendiciones. P. A
EliminarGracias Santiago por resaltar las virtudes de nuestro Vía Crucis y esperamos que como todos los años nuestro Cristo de la Misericordia llegue a lo más íntimo de los corazones de los miembros de nuestra comunidad parroquial y de todos aquellos que nos acompañan en este recorrido por las calles de nuestra barriada.
ResponderEliminarUn placer, lo merecéis.
EliminarMi pueblo
ResponderEliminarHacia muchísimos años que no leía un escrito hecho con tanto amor que llega a iluminar el alma. Tanta intensidad he visto en tu escrito, en tus deseos, en la altura de tu esperanza, que me he sentido contagiado en la necesidad de perseguir igual que tú, lo que con tanto amor anhelas encontrar en esa Resurrección.
ResponderEliminarMis disculpas, se me pasó contestar. Me alegro mucho, que así sea. Muchas gracias por tus elogios.
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