El
Campo de Gibraltar y su entorno en los estudios del Estado Mayor
(1901)- I
(Basado
en el reconocimiento militar ordenado por la Reina Regente y dirigido
por el Coronel Benítez y Parodi)
| Mapa del Campo de Gibraltar y territorio Adyacente Plano perteneciente a la Comisión del Cuerpo de Estado Mayor, 1901. |
Introducción
A comienzos del siglo XX, la Corona española encargó una serie de estudios sobre la región del Campo de Gibraltar, a través de una Comisión del Cuerpo de Estado Mayor. Con el Coronel D. Manuel Benítez y Parodi, Jefe del Depósito de la Guerra, fueron nombrados como miembros de la Comisión el Teniente Coronel de Estado Mayor del Ministro D. Remigio García Cabrera, el Comandante de Estado Mayor D. Jesús Coloma y Roldán, destinado en la Capitanía General de Andalucía, y el Capitán del propio cuerpo perteneciente a la misma, D. Eduardo Curiel y Miarons.
El objetivo de estos trabajos no era la mera curiosidad, sino adquirir información precisa sobre la geografía, población, recursos y vías de comunicación, con vistas a posibles movimientos militares —bajo supuestos de invasión, según los protocolos de la época—.
La Comisión, actuando con rigor y discreción, recogió datos detallados de pueblos, recursos, vías de comunicación, características orográficas, hidrográficas y otros. Aunque hoy pueda parecer un reconocimiento rutinario en tiempo de paz, estos informes muestran la precisión y el método con que se estudiaba la comarca, y ofrecen además una fotografía viva de la vida en los pueblos y ciudades, la distribución de recursos y la organización de la población. Recogido en tres volúmenes.
Nuestro objetivo no es volcar todo el contenido del trabajo, sino mostrar a los lectores su existencia, los procedimientos de actuación, su rigor a pesar de las condiciones climáticas, la amplitud del estudio y aquella información que contextualiza el operativo, sobre todo en lo relativo a la zona más cercana de nuestro Campo. Para ello, nos serviremos, además, de material que en su día acompañaba el extenso informe: fotografías, tablas estadísticas y planos.
Con la finalidad de no abrumar al lector, y reconociendo que ciertos detalles podrían interesar a especialistas, pasamos a un segundo plano la información técnica de carácter militar, manteniendo únicamente la mención de los supuestos que guiaban el estudio. Dado que, en palabras del Jefe de la propia Comisión:
“Hace notar la Comisión que tanto para una como para la otra hipótesis se supone que las bahías y las comunicaciones se hallan en el mismo estado que en esta fecha (agosto de 1901), pues toda variación que se hiciere, bien fortificando la bahía, bien terminando alguna nueva carretera que llegue al Campo de Gibraltar, al cambiar los datos del problema había de cambiar la solución.”
Tras las tareas preparatorias y los reconocimientos iniciales, la Comisión redactó un conjunto de memorias en las que dejó constancia, con notable detalle, del estado del territorio. De una de ellas —la correspondiente al Campo de Gibraltar— procede el siguiente resumen de observaciones generales, donde se dibuja con realismo la situación económica, social y material de la comarca a comienzos del siglo XX.
| ILMO. SR. D. MANUEL BENÍTEZ PARODI |
Concepto general del territorio según la Comisión de 1901
En la descripción detallada que acompaña a esta memoria se expone el número de habitantes de cada pueblo, su capacidad, las condiciones de sus casas y los recursos de que disponen, junto con otros datos necesarios para formarse una idea de los elementos de toda clase que en ellos pueden hallar las tropas.
Estos datos son especialmente importantes para los pueblos situados en las vías férreas, pues, utilizando estos poderosos medios de transporte, pueden acumularse en ellos cuantos recursos sean precisos sin grandes inconvenientes. En los estados se reúnen estos datos, y para determinados pueblos se hace incluso un estudio especial.
En los terrenos comprendidos entre las vías férreas —particularmente entre la de Bobadilla a Algeciras y la de Málaga— puede decirse, en general, que los pueblos son pobres, y el territorio, relativamente rico, sobre todo en los valles. Los núcleos están próximos unos a otros y regularmente poblados. Las aguas se aprovechan de modo rudimentario para el riego, y muchas familias han ido abandonando los pueblos para poblar los campos, construyendo allí sus casas y trabajando en las colonias agrícolas como las de San Pedro Alcántara, Tesorillo y Sabinilla, que sostienen gran número de familias: unas residentes permanentes y otras que acuden solo en las épocas de mayor necesidad de brazos.
Los pueblos de la Sierra, de escaso vecindario, recolectan lo necesario para cubrir sus primeras necesidades, y con la venta de ganados, corcho, almendra, fruta y vino obtienen lo preciso para adquirir aquello que no producen. Los pueblos de la costa, en cambio, se dedican casi por completo a la pesca y a la salazón.
Las industrias son muy escasas, y apenas pueden citarse otras que la taponera y la fabricación de azúcar, esta última en la costa. Algo más desarrollada está la industria en Ubrique, dentro de la Serranía al oeste de la línea férrea de Algeciras, aunque ni aun así puede calificarse de pueblo industrial.
El viñedo, que hasta hace poco constituía una fuente de riqueza, se ha perdido por completo. La agricultura atraviesa una crisis de importancia que ha provocado la emigración de muchos habitantes de la Serranía: unos a América, otros a Gibraltar, atraídos por las obras de los diques. Muchos de estos últimos residen en La Línea, cuya población ha aumentado de modo considerable.
Otra industria a la que muchos se dedicaban era el contrabando, del que vivían no pocos vecinos, participando en él como autores, cómplices o encubridores. Pero la elevación de los cambios, el adelanto de la industria nacional y la mayor vigilancia ejercida hoy han reducido esta práctica, quedando casi limitada al tabaco, y aun así disminuida notablemente por la acción de la compañía arrendataria de la renta.
El ejercicio del contrabando y la falta de caminos de carro obligaban a mantener una numerosa arriería, que en parte aún subsiste, aunque en franca decadencia. Aun así, el número de caballerías de carga en el país es muy superior al que parecería corresponder al tráfico existente.
En resumen, fuera de la vía férrea y de la costa, una tropa que opere en el territorio agotará pronto los recursos del país, y solo podrá contar con ganado para alimentación y acémilas para el transporte.
El aspecto de la región occidental es distinto: en ella, el país es pobre y los pueblos ricos. Grandes centros de población como Vejer, Arcos y Villamartín concentran los productos de amplios términos dedicados en gran parte a la ganadería y en otra a cultivos de cereales con métodos todavía primitivos. Son raras aquí las huertas cultivadas con procedimientos modernos, salvo algunas en torno a Jerez, Algodonales y Chiclana.
Exceptuando, como es natural, los viñedos de Jerez, que estaban bien cultivados aunque la filoxera había hecho estragos en la mayoría, la propiedad se halla muy poco repartida. El alto precio de las carnes ha hecho que muchos terrenos antes dedicados a cereales se conviertan en dehesas, y aun las que se siguen sembrando se cultivan ahora a tres hojas en lugar de dos, es decir, se siembran solo cada tres años para dejar un año de descanso al ganado.
La ganadería, que requiere menos brazos que la agricultura, deja a mucha gente sin trabajo buena parte del año, lo que explica la miseria de la comarca y la agitación socialista que tanto ha de preocupar a las autoridades en Andalucía.
En algunas zonas —como Jerez, Medina y Tarifa— se ha intentado dividir ciertas dehesas en parcelas arrendadas. A ellas se han trasladado muchas familias, viviendo en chozas pobrísimas, sin apenas recursos ni agua potable, que deben ir a buscar a grandes distancias.
En los cortijos, aun en los de mejor aspecto, son escasos los recursos de cualquier clase y apenas pueden servir para albergar alguna fuerza militar, y eso sin comodidades.
Como los pueblos principales son grandes, reúnen elementos de vida y pueden sostener tropas durante bastante tiempo; y si algo faltase, la arriería —numerosa y con poco trabajo— puede traer cuanto sea necesario.
El gran número de hectáreas dedicadas a dehesas facilitaría, además, el sostenimiento de la caballería.
Tras este retrato general del territorio —en el que la Comisión
de 1901 combinó la observación económica con el análisis
geográfico—, el estudio se detiene en uno de los aspectos que más
condicionan la vida y la organización del Campo de Gibraltar: el
agua.
Los ríos, arroyos y corrientes que descienden desde las
sierras hacia el mar, además de definir el relieve, fueron
considerados por los ingenieros militares elementos esenciales para
el sostenimiento de la población y de cualquier fuerza que operase
en la comarca.
Descripción hidrográfica del Campo de Gibraltar (1901)
El estudio elaborado por la Comisión del Cuerpo de Estado Mayor en 1901, constituida por Real Orden de la Reina Regente, abarcaba una amplia zona del sur de la provincia de Cádiz y parte de la malagueña, comprendiendo la divisoria de aguas entre el Atlántico y el Mediterráneo. Su finalidad era reunir información geográfica, económica y de comunicaciones que permitiera, en caso necesario, la disposición de un cuerpo de ejército en la región.
La extensión reconocida incluía desde la Sierra de Yeguas hasta el cabo de Tarifa y el curso superior de los ríos que descienden hacia ambas costas. Sin embargo, a efectos del presente trabajo, centramos la atención en el Campo de Gibraltar, el espacio comprendido entre Tarifa y la desembocadura del Guadiaro, donde la confluencia de los dos mares, el relieve abrupto y los cursos de agua configuran un paisaje de excepcional interés.
El marco físico
El territorio está cruzado del nordeste al suroeste por la divisoria general de aguas, lo que origina dos vertientes bien diferenciadas. La atlántica, más llana y abierta, genera corrientes de corto recorrido y escaso caudal; la mediterránea, en cambio, se caracteriza por cauces de fuerte pendiente que descienden bruscamente desde las sierras hacia el mar, formando valles estrechos, tajos y desfiladeros.
El caudal de estos ríos, aunque modesto, bastaba para el riego de huertas y para alimentar los molinos y pequeñas industrias locales que aprovechaban los frecuentes saltos de agua. En conjunto, la riqueza hidráulica no era grande, pero sí suficiente para sostener la vida rural y agrícola de la comarca.
Vertiente mediterránea: de Tarifa al Guadiaro
Entre Tarifa y la desembocadura del Guadiaro se suceden los principales ríos del Campo de Gibraltar. Todos ellos, nacidos en las sierras interiores, marcan el trazado natural de las comunicaciones y han sido, a lo largo del tiempo, determinantes en la ubicación de los asentamientos humanos.
El Guadalmesí desagua en el Estrecho entre Tarifa y Algeciras,
tras cortar la carretera que une ambas localidades.
Más al este
bajan los ríos Pícaro y de la Miel, procedentes de la Sierra de la
Luna, que vierten sus aguas respectivamente en la ensenada de Getares
y al sur de Algeciras.
El río de las Cañas, que corre entre las sierras de Rompecoches, Zanona y Pedregosa, toma el nombre de Palmones al unírsele por la derecha el arroyo de Ojén, nacido en el puerto del mismo nombre. Este río cruza el término de Los Barrios y su valle fue aprovechado para el trazado de la carretera —en construcción por entonces— que debía comunicar esta villa con Alcalá de los Gazules.
Sigue en importancia el Guadarranque, que nace en la Sierra Gitana, deja a su izquierda Castellar y, acompañado durante buena parte de su curso por el ferrocarril de Bobadilla a Algeciras, entra en la parte alta de la bahía. Poco antes de su desembocadura recibe por la izquierda el arroyo de la Laja, próximo a San Roque.
Finalmente, el Guadiaro, el mayor de todos, recoge las aguas de la Serranía de Ronda, del Genal y del Hozgarganta. Este último, procedente de Jimena, discurre paralelo al ferrocarril durante más de diez kilómetros antes de unirse al Guadiaro en su curso bajo. El conjunto forma una de las cuencas más notables de la región, tanto por su valor paisajístico como por su importancia económica. La desembocadura, junto a la aldea de Guadiaro, marcaba el límite oriental del territorio reconocido por la Comisión.
| Mapa del Campo de Gibraltar y territorio Adyacente. Sistema hidrográfico Plano perteneciente a la Comisión del Cuerpo de Estado Mayor, 1901. |
Valor e interpretación
La red fluvial descrita por los ingenieros de 1901 muestra un territorio modelado por el agua y la pendiente, donde los ríos, a la vez que dificultaban el tránsito, ofrecían recursos esenciales para la vida local. Los informes de la Comisión, más allá de su finalidad militar, constituyen hoy una fuente de primer orden para comprender la geografía histórica del Campo de Gibraltar a comienzos del siglo XX: un espacio de sierras y valles donde el agua, escasa pero decisiva, determinó las rutas, los cultivos y la distribución de la población.
Documento histórico: Campo de Gibraltar y territorio adyacente: descriptivos y gráficos de las vías de comunicación reconocidas (30 de agosto de 1901), Coronel Manuel Benítez y Parodi, Jefe de la Comisión. Manuscrito con croquis, dibujos y fotografías. Archivo Cartográfico de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército, Biblioteca Virtual de Defensa.
Nota: los datos completos de ubicación y signatura se consignarán al final del trabajo.
Autor. Santiago Chippirraz Rodicio 22/10/2025
Estamos iniciando una serie de artículos muy especiales sobre el Campo de Gibraltar y su entorno a principios del siglo XX. Datos, mapas y detalles que muestran cómo vivían y se organizaban los pueblos… ¡una mirada al pasado que no te puedes perder!
ResponderEliminarPaco Santos Sanchez
ResponderEliminarel pasado se debe de mirar con la mayor claridad posible , de no hacerlo así el futuro se verá borroso , o , como poco , no muy claro . Las luces de ayer iluminan el presente . La Comisión del Coronel Benitez Parodi por encargo de la reina Regente , de la que haces un resumen , aporta una ingente información del siglo que empezaba a gatear , el XX , sobre el Campo de Gibraltar . Concienzuda , rigorosa , y creo que de gran utilidad para los investigadores de distintas disciplinas . Sirvan los profusos datos de la mencionada Comisión para alumbrar nuestros días, presentes y futuros . Tres volúmenes no me voy a leer , pero si me voy a empapar de sus próximas entregas . Gracias por su labor de resumen.
Paqui: "una nueva muestra de tu talla. Qué lecciones" Gracias.
ResponderEliminar[10:58, 26/10/2025] Carmen Lavado: No sabía lo importante que era el estudio hidrográfico a la hora de crear una aldea, un pueblo.claro, todo tiene sentido, que me ha gustado leer los nombres de los ríos que tenemos en nuestra comarca.Lo que si que me ha encantado ,ha sido la exposición de fotografías de Los Barrios.que bonitos todos.👏👏👏👏👏
ResponderEliminar[11:04, 26/10/2025] Carmen Lavado: Bueno, y como no....tú forma de explicar la historia.