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Algeciras expuesta: un estudio militar de 1901 (II)

 

Algeciras expuesta: un estudio militar de 1901 


Croquis de Algeciras
Croquis perteneciente a la Comisión del Cuerpo de Estado Mayor, 1901.


Algeciras se halla situada en la parte occidental de la bahía que lleva su nombre, cuyos extremos son Punta Carnero y Punta Europa. Su emplazamiento, en la parte más despejada y llana de la costa, la deja completamente expuesta a los fuegos de Gibraltar, sin defensa ni artillado eficaz. Estas circunstancias aconsejan no contar con ella para ningún plan de operaciones: sería contraproducente construir en su interior cuarteles, parques o depósitos que habría que abandonar tan pronto se rompieran las hostilidades.

Y, sin embargo, es una ciudad grande y viva, con 19.000 habitantes, de los cuales más de un millar se reparten por los caseríos de su término. Tiene buen caserío, calles amplias y plazas espaciosas —no falta siquiera la plaza de toros—, pero su carácter abierto y costero la hace frágil ante cualquier conflicto.

Cuarteles y alojamientos

El sistema de acuartelamiento ilustra bien el estado del ejército en la zona.

El Pozo del Rey, cuartel de caballería, acoge a una sección de lanceros de Villaviciosa. Puede albergar unos 100 hombres y 30 caballos. Sus condiciones son medianas; hay proyecto aprobado para renovar los pesebres y mejorar el sistema de desagüe. En torno a este último se han adosado recientemente dos barracones de madera.

El cuartel de Escopeteros, ocupado por el 2º Batallón de Montaña, es pequeño y presenta buenas condiciones en lo esencial, aunque carece de dependencias adecuadas: las oficinas son tan reducidas que el jefe debe despachar desde su propia casa; el almacén y el botiquín están instalados en un edificio alquilado, costeado en parte por el Ayuntamiento. Los retretes, en un rincón del patio, producen un olor insoportable. Existe un proyecto de saneamiento y ensanche aprobado, pero no ejecutado por falta de consignación.

Las cuadras, separadas del edificio principal, son de acceso independiente. El batallón ha construido un cobertizo para el carro y el carro-cuba con que deben traer el agua potable, pues la del pozo del patio no lo es. El taller de recomposición de calzado ocupa el hueco de una escalera.

El cuartel del Calvario, donde se aloja el Batallón de Cazadores de Cataluña nº 1, tiene mayor capacidad y condiciones algo mejores. Su almacén ocupa el mejor dormitorio, por lo que una de las compañías se aloja en un barracón adyacente, estrecho y sin cristales, que se mantiene casi a oscuras cuando sopla el viento —lo que ocurre con frecuencia—. En verano el calor es sofocante por la exposición directa al sol, y en invierno el frío y la humedad son intensos. A veces, cuando llueve, entra el agua al interior.

El informe recomienda doble pared con relleno de serrín de corcho, piso elevado y techo embreado pintado de blanco, siguiendo el modelo inglés, como solución provisional a las pésimas condiciones.

La música del batallón está instalada en el local de cuadras por no existir otro espacio disponible. Se ha proyectado la construcción de nuevos barracones y dependencias para reunir todo el acuartelamiento en un mismo recinto, pero el proyecto continúa sin ejecutar.

En el llamado Fuerte de Santiago se halla el cuartel para el destacamento compuesto por unos 40 hombres del 2º Batallón de Artillería de plaza. Recientemente se han adosado a este edificio dos barracones de madera que, si se habilitan debidamente, podrán alojar a un centenar de hombres.
Parte del parque y los talleres se hallan también allí, y el resto de las dependencias en el edificio llamado Tenería, del que se hablará luego.

Parte del parque y los talleres se hallan también allí, y el resto de las dependencias en el edificio llamado Tenería, del que se hablará luego.

En la Isla Verde solo hay un destacamento de 15 a 20 hombres. Ha sido desartillado por carecer de defensa suficiente, no obstante su posición avanzada sobre Gibraltar.

Cerca de Algeciras, por el norte y detrás de San Bernabé, hay lugar a propósito para construir varios cuarteles y almacenes completamente desenfilados de las baterías del Peñón, con agua abundante y comunicación fácil con Los Barrios.
Cuando la última guerra se pensó acampar allí el Regimiento de Sitio, que luego no pasó de Córdoba. En dichos altos, en el lugar que ocupaba la Torre de los Adalides —derribada entonces—, hubo emplazada una batería de cuatro morteros de 21 centímetros.

Las tropas que en aquella época se reunieron en Algeciras y alrededores demuestran la necesidad de construir cuarteles o barracones en los puntos que se consideren más convenientes. Dichas fuerzas fueron las siguientes:

Tres batallones expedicionarios de Filipinas (Madrid, Barcelona y Valencia), con 1.200 plazas cada uno —el segundo de los cuales estuvo en Los Barrios—; el Regimiento de Infantería de la Reina nº 2 con 1.400 hombres; tres baterías montadas (dos de 8 cm y una de 9 cm) con una fuerza aproximada de 200 hombres; tres compañías del 3º Regimiento de Zapadores-Minadores con unos 240 hombres; dos de Artillería de Plaza, una de las cuales fue a Tarifa reuniendo ambas 200 hombres; una compañía del Batallón de Ferrocarriles con 80 hombres; dos escuadrones con 120 aproximadamente; una compañía de Guardias Civiles del 18º Tercio, y cerca de 700 carabineros, de ellos 120 montados.

Resultaban en total más de 6.000 hombres disponibles o combatientes, sin contar los servicios auxiliares y los ingenieros encargados de mantener las comunicaciones entre estaciones heliográficas establecidas desde Sierra Carbonera hasta Tarifa.
En la actualidad, las fuerzas de todas las armas e institutos de que dispone el Comandante General del Campo no llegan a 1.500 hombres.

Material

La artillería que hoy se encuentra en Algeciras merece mención especial. Prescindiendo de los antiguos cañones destinados a salvas, ya mencionados, hay desmontadas 24 piezas más de diversos calibres.

En la fábrica de curtidos conocida con el nombre de Tenería se encuentran depositados 4 cañones de bronce de 12 cm; 4 también de bronce de 15; 4 morteros Mata de 21 cm y 4 obuses más de igual calibre. Al verlos allí instalados en poco espaciosas habitaciones, se comprende que, para darles entrada, luchando con grandes dificultades, ha sido preciso abrir algunas ventanas y derribar varios tabiques: molesta operación que será necesario repetir cuando haya que sacarlos a sus emplazamientos.

Existe además allí un depósito de tablones para explanadas, con “trinquinal” y dos carros fuertes, apartados de fuerza, accesorios, municiones y dos pequeños talleres, uno de armero y otro de carpintería. Por el caserón que constituye este destartalado edificio abona el Estado 225 pesetas mensuales.

Aun más deplorable que lo expuesto es lo que sucede con las ocho piezas restantes que, sin estar tampoco montadas, se hallan a la intemperie en la Punta de San García.
Son estos ocho cañones de hierro de 24 cm, modelos 81 y 84, cuyos proyectiles se encuentran en el parque de Tarifa. Se pensó establecer cuatro de estas piezas en batería en el sitio en que hoy se encuentran y las otras cuatro —no obstante su escasa potencia y corto alcance— en Punta Carnero.

Comunicaciones

El acceso a Algeciras continuaba siendo problemático. La carretera de Tarifa era prácticamente la única vía utilizable con cierta regularidad, aunque presentaba tramos difíciles, sobre todo en época de lluvias.

La carretera hacia Málaga, por su parte, permanecía incompleta entre Algeciras y San Roque, debido a la falta de los puentes sobre los ríos Palmones y Guadarranque, que se atravesaban por barcas o por los vados próximos a las posadas del Loro y de Jimena, lo que hacía muy difícil la comunicación terrestre con el resto de la provincia.

Tampoco la carretera de Los Barrios a Jerez estaba terminada: se hallaba interrumpida en varios puntos y apenas era transitable para carruajes, de modo que el tráfico debía recurrir aún a sendas o caminos vecinales.

A pesar de estar abandonada, sin puentes y casi destruida, la antigua carretera a Los Barrios puede utilizarse, en tiempo seco, para ir a dicho punto en coche desde Algeciras, y, recomponiendo los ingenieros el puente sobre el Palmones, podría pasar siempre la artillería.

En conjunto, las comunicaciones del Campo de Gibraltar podían calificarse de deficientes y discontinuas, lo que contribuía al aislamiento de Algeciras y explicaba su dependencia del mar y del ferrocarril como únicas vías seguras de enlace con el exterior. Por este motivo, es de imperiosa y urgente necesidad la terminación de estos caminos, construyendo las obras de fábrica indispensables.

Las comunicaciones de la ciudad con los caseríos próximos son muy malas, practicables solo para hombres y caballerías, siendo esta la causa de la escasez de carruajes de todas clases.

La compañía del ferrocarril de Bobadilla ha construido, para facilitar el paso inmediato de los viajeros a Gibraltar, un muelle sobre el que se prolonga la vía. Es muy corto el trayecto que deben recorrer desde los coches hasta los vapores que los conducen a dicha plaza, los cuales hacen varios viajes al día, empleando unos 25 minutos en el recorrido.

Estación telegráfica y correo

Hay en Algeciras una estación telegráfica limitada, que se abre a las siete y se cierra a las veintiuna horas.

Las horas de salida y llegada del correo son bastante molestas, pues, aun contando con apartado, no se recibe la correspondencia —cualquiera que sea el punto de procedencia— hasta las veintitrés. Como no hay otro correo de partida que el de las seis y media, resulta verdaderamente difícil, y para muchos imposible, contestar a vuelta de correo.

No es esto, sin embargo, lo peor. Las cartas y comunicaciones oficiales tardan dos días en llegar a los puntos más inmediatos de la vía férrea. Un oficio, por ejemplo, dirigido con fecha 8 a San Roque, no llega hasta el día 10 a su destino, pues sale en la mañana del 9 y ha de continuar necesariamente a Bobadilla, de donde vuelve luego a San Roque en el correo de la noche, no repartiéndose hasta el día siguiente.

Este considerable retraso ha sido objeto de reiteradas observaciones, incluso por parte del Comandante General del Campo, sin que hayan dado resultado alguno.

Vida social, económica y recursos

Fotografía incorporada en el trabajo de la Comisión
Fotografía perteneciente a la Comisión del Cuerpo de Estado Mayor, 1901.



Más allá de los aspectos materiales, el informe ofrece una visión severa del espíritu y las costumbres locales. Señala que el vecindario de Algeciras se muestra poco afable hacia el ejército, habiendo existido con frecuencia roces y dificultades para el alojamiento de tropas, sobre todo de jefes y oficiales. En cambio, en San Roque y Los Barrios la disposición es muy distinta: allí se prestan facilidades de todo género. En lo que respecta a La Línea, el tono del informe es abiertamente crítico.

La ciudad podría alojar, según los cálculos del estudio, unos 4.800 hombres y 80 caballos, llegando en circunstancias excepcionales, a 5.800 y 100 respectivamente. Podrían requisarse seis carros de una mula, diez de dos o más, veinticinco carretas de bueyes y unas doscientas bestias de carga. Existen trece hornos capaces de producir unas 13.200 raciones diarias, y en los caseríos próximos otros que sumarían 5.200 más; para el consumo habitual se confeccionan diariamente unas 8.874 raciones.

La principal riqueza de Algeciras como de otros pueblos del Campo procede del corcho, exportado en planchas a Barcelona y al extranjero. En cambio, los productos agrícolas son escasos y apenas bastan para el consumo local; con frecuencia deben importarse harinas desde Málaga y Ronda, maíz y vino por mar, e incluso garbanzos procedentes de Marruecos. La escasez es tal que la propia Administración militar ha de procurarse la cebada para los caballos a precios excesivos.

El autor del informe atribuye esta falta de producción a un fenómeno social más profundo: muchos habitantes —dice— prefieren dedicarse al contrabando, actividad extendida hasta límites que califica de “inconcebibles”. Añade que, en años recientes, el trabajo en las obras del dique de Gibraltar había absorbido a más de seis mil hombres, proporcionando un sustento temporal a buena parte de la población.

La parte final del texto es particularmente significativa por el tono con que valora la situación moral y política del Campo de Gibraltar. El redactor advierte que, en caso de conflicto, no podría contarse con un “espíritu nacional” que sirviera de apoyo al ejército, y teme incluso una actitud hostil. En su juicio más severo, afirma que una gran parte de los habitantes de la comarca —y muy especialmente los de La Línea— habrían perdido el sentido de pertenencia nacional, inclinándose hacia el beneficio económico que proporcionaba el comercio fronterizo.

El informe establece un fuerte contraste entre la prosperidad y el orden de la plaza británica de Gibraltar y la precariedad del territorio español, al que describe como desatendido y falto de caminos transitables. De ese contraste concluye una crítica implícita a la administración española: considera que la propia existencia y crecimiento de La Línea es “una página ignominiosa” y un reflejo del abandono político del Estado. Según el autor, aquella población —refugio de contrabandistas y fugitivos— debería desaparecer para restaurar el orden moral y frenar el contrabando.

Fotografía incorporada en el trabajo de la Comisión
Fotografía perteneciente a la Comisión del Cuerpo de Estado Mayor, 1901.


Consideraciones

El informe reconoce el empuje comercial de Algeciras —favorecido por el ferrocarril y los vapores hacia Ceuta y Tánger—, pero advierte también de su vulnerabilidad estratégica: una ciudad sin defensas frente a Gibraltar y, por tanto, llamada a ser evacuada en caso de conflicto. Es revelador cómo el autor resume aquella situación con crudeza:

 “…un general que, al sonar el primer cañonazo, la primera medida que adopta es abandonar el punto a su custodia confiado.”

El lugar más inmediato para esta retirada, según el propio informe, sería —como ya se ha indicado— detrás de los altos de San Bernabé o de Adalides, desde donde podrían operar las fuerzas acuarteladas en Los Guijos o en las inmediaciones de Los Barrios, donde también podrían construirse cuarteles desenfilados de los fuegos de la plaza inglesa.

 Sierra Carbonera y Punta Carnero

El estudio dedica especial atención a Sierra Carbonera y a Punta Carnero, consideradas posiciones clave para el control de la bahía y del Estrecho.
De la primera se destaca su cercanía a Gibraltar y el peligro que ello implica: una sierra de accesos fáciles pero difícil de sostener sin fortificaciones permanentes.
De la segunda, se subraya su importancia aún mayor, por dominar tanto la entrada de la bahía como el paso del Estrecho. Desde allí —se indica— una fuerza bien emplazada podría impedir el acceso de buques enemigos o apoyar las defensas de Tarifa.

El autor considera imprescindible establecer cuarteles desenfilados en los alrededores de San Roque y Los Barrios, así como construir un camino militar hacia Punta Carnero. Reconoce además la conveniencia de acuartelar tropas en las llanuras de Gárate, tras Sierra Carbonera, donde llegó a proyectarse un cuartel defensivo que nunca se levantó.
Incluso propone establecer un servicio permanente de vigilancia, con el número de centinelas que se estimara necesario, siguiendo —dice— “el ejemplo de los ingleses, que diariamente al nombrar el servicio de la plaza designan la brigada que ha de ocupar Sierra Carbonera.”

La descripción topográfica es minuciosa: 

“La Sierra Carbonera empieza en el punto del Higuerón, a cinco kilómetros de San Roque, continúa por el cerro de los Puertos, llanos de Gárate y Tafilete (275), Tajos de la Cruz (300), Torre Carbonera (285) y la Pedrera (70).”

Añade además que, con mayor o menor dificultad, toda la sierra es accesible, tanto para Infantería como para Caballería; y que su orientación norte-sur —prolongación del Peñón—, lejos de aumentar su valor táctico, lo disminuye, pues sería más ventajosa si fuera perpendicular, dificultando el envolvimiento por los flancos.

 Observaciones complementarias

El informe incorpora dos observaciones de carácter particular.
La primera se refiere al entonces recién construido Hotel Reina Cristina, sobre el cual —dice— “algunos espíritus asustadizos” quisieron ver un posible fuerte inglés. El autor desmonta esta idea con ironía:

“Nos lo presentaban como un fuerte, con su espesor de muros y edificios adyacentes para cuarteles. Desgraciadamente no es así, ni podemos agradecer a los ingleses que nos hubiesen regalado un fuerte en nuestro territorio, tan falto de ellos. Se trata solamente de un buen hotel de estilo inglés, decorado con lujo y confort, cuya falta, y hasta la de las más modestas comodidades, se nota en las demás fondas de Algeciras.”

La segunda observación es de orden político y simbólico: cuestiona la denominación de Campo de Gibraltar para la Comandancia General de Algeciras. Según el informe, dicho título parece insinuar que Gibraltar sería la capital de un territorio cuyo dominio aún le perteneciera, lo que —advierte— “establece una relación perjudicial entre la plaza inglesa y el territorio español fronterizo.”

El razonamiento histórico que aporta es interesante: al ser ocupada Gibraltar por los ingleses, la mayoría de sus habitantes se trasladaron al continente y fundaron los núcleos de San Roque, Los Barrios y la moderna Algeciras. Todos continuaron regidos por el mismo ayuntamiento, establecido en San Roque, al que Felipe V, en premio de su lealtad, concedió los privilegios y términos de la ciudad española, llamándola en sus cédulas “Mi ciudad de Gibraltar, residente en su campo.”

El autor concluye que esa ficción no debe subsistir, pues da cuerpo a una idea —propagada desde Londres— de crear en el sur de España una “pequeña Bética inglesa”. Aunque parezca una cuestión menor, recomienda suprimir esa denominación, por lo que implicaba simbólicamente.

- He suavizado algunas expresiones originales por su dureza, manteniendo el sentido histórico del texto.

Documento histórico: “Campo de Gibraltar y territorio adyacente: descriptivos y gráficos de las vías de comunicación reconocidas” (30 de agosto de 1901), Coronel Manuel Benítez y Parodi, Jefe de la Comisión. Manuscrito con croquis, dibujos y fotografías. Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército, Biblioteca Virtual de Defensa.
Nota: los datos completos de ubicación y signatura se consignarán al final del trabajo.

Autor: Santiago Chippirraz Rodicio

Fecha de publicación: 26-10-2025





Comentarios

  1. Uno tras otro les voy informando de escritos inéditos o poco conocidos: Murta, los relacionados con el origen de La Línea, la petición de Lutgardo y otros.

    Estos, como del que les vengo hablando, han sido realizados de manera independiente, fruto de la dedicación personal y del respeto por las fuentes originales. No persiguen más reconocimiento que el de aportar algo de luz sobre nuestra historia común.

    Mi forma de proceder no ha variado; respeto otras conductas, de ahí que estime que el silencio que rodea ciertos esfuerzos no es desdén, sino una forma de respeto.

    Y precisamente en ese silencio, también me satisface.

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  2. Nota del autor: He suavizado algunas expresiones originales por su dureza, manteniendo el sentido histórico del texto.

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  3. Es un documento muy valioso, histórico y sorprendente. Estoy interesada en conocer las palabras utilizadas. No me extraña el incremento de esta página, y mucho menos los silencios. Enhorabuena y gracias.

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  4. Eduardo Gavilán: Impresionante artículo donde nos damos cuenta de la precariedad de elementos tanto militares como civiles...poco o mal accesos en la comarca entre pueblos y la necesidad de ir construyendo sobre la marcha las dependencias militares.
    En cuanto a La Línea lo de siempre desde los pasados tiempos dinero fácil con el contrabando y gobierno que no se preocupa en nada sobre una solución más digna.
    En la estrategia de Sierra Carbonera todavía tenemos vestigios de los puntos estratégicos como el Cortijo de la Cruz y el de los Puertos...el de la Cruz todavía sigue en pié.
    Es bueno que se publique aunque sea duro lo manifestado en aquella época...la historia siempre debe ser real tanto para lo bueno como para lo malo y hacer un análisis de la situación.
    Agradecerte una vez más Santiago por sacar a la palestra algo desconocido por mí...un abrazo

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  5. Uf, puede herir, pero no parece inventado. Gracias por darlo a conocer

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