La última jugada
Abro una gran bolsa y en su interior encuentro recuerdos de ajedrez: un libro encuadernado en rústica con el título “Historia del Ajedrez en La Línea”, escrito a finales de los ochenta con una ilusión desbordante, planillas, juegos, un tablero magnético, memorias, recortes de prensa, libros de registros, revistas y publicaciones de varios países donde se hablaba del Torneo Internacional de La Línea... y una carpeta de cuero negro. Me detengo en ella. Me pregunto qué guarda en su interior. Con cierta dificultad, deslizo la cremallera, como si al abrirla liberara fragmentos de un pasado que quise conservar a toda costa.
Entre sus compartimentos, recupero unas cartulinas envueltas en un papel especial. Con inquietud, las voy desenvolviendo. Se trata de recuerdos fotográficos de las actividades del club. Con nostalgia, recorro los detalles de cada torneo, compruebo las fechas. Han pasado muchos años. En las imágenes, los integrantes del Club Linense de Ajedrez Santiago Apóstol aparecen mucho más jóvenes. Algunos eran niños: Alejandro Sánchez, Pablo y Francisco Bellido, Roberto Molina, Javier Chippirraz, Joaquín Ruiz, Gema Ortiz, Juan Manuel Duarte, Miguel... y un largo etcétera. Otros, adultos como Miguel Ángel Díaz, Antonio Moya, Juan Carlos Pérez Pardo, Fernando Morales, Juan Pedro Mazquez.
Como si se tratara de un ritual, coloco las fotografías sobre la mesa. Torneo tras torneo, los recuerdos desfilan ante mis ojos: campeonatos infantiles, juveniles, individuales, por equipos, provinciales, andaluces, internacionales, simultáneas, conferencias, torneos al aire libre... Cada imagen encierra tres palabras que definen aquella época: dedicación, trabajo y recursos, en su mayor parte generados por el propio club. Nada era sencillo. Mantener un local propio con capacidad para más de cien jugadores no era tarea fácil. Gestionar torneos con jugadores de varios países requería paciencia y experiencia. Viajar con niños era arriesgado y costoso. En los torneos de adultos, a veces, la respuesta no era la esperada.
La historia del club está jalonada de hitos: por primera vez se celebró en La Línea el Campeonato Provincial Individual de esas características y el Campeonato de Andalucía Absoluto. Nunca hubo tantos niños y adultos practicando ajedrez ni tantas escuelas deportivas enseñándolo en colegios. Se organizaron cuatro torneos internacionales, torneos y simultáneas al aire libre en el huerto de Lutgardo de López Muñoz, y hasta una conferencia del Maestro Internacional Ricardo Calvo. Este trabajo revertió en que se crearan hasta ocho clubes, algunos federados. Hubo un momento en que estuvo cerca la posibilidad de que el campeón del mundo, Anatoly Karpov, visitara La Línea. Pero las circunstancias no lo aconsejaban. Quizá habría supuesto el final prematuro del proyecto, que, de cualquier modo, tenía un destino inevitable.
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| Conferencia impartida por el M.I. Ricardo Calvo- Año 1988 | 
Solo me resta ojear una subcarpeta de cartulina que ha perdido su color original. En ella conservo lo más personal sobre la que fue una de mis pasiones. Dudo si mirarlas o cerrar, pero un impulso me obliga a pasar esos recuerdos. Me detengo en el cuadrante del torneo en el que quedé Campeón Infantil de Ceuta. Me lo regaló su organizador, Manuel Martín, no hace muchos años. Mi carnet de ajedrecista, recuerdos de mi colaboración en el torneo Unión Soviética vs. Resto del Mundo, árbitro autonómico, certificado de monitor y otros documentos. Finalmente, un certificado acreditativo que demuestra que actué como árbitro principal en un torneo Cerrado de Grandes Maestros.
Mientras miro todo una última vez, me vienen a la memoria imágenes de personas que favorecieron esta eclosión, unos relacionados con la institución municipal de entonces, miembros federativos y personas de buena voluntad. Luego, sin más, cierro la carpeta dejando todo como estaba. Durante unos minutos permanezco inmóvil y con los brazos apoyados sobre la mesa y la mirada perdida, como si estuviera pensando en reproducir alguna de las partidas que jugué hace años o pretendiera jugar una a ciegas conmigo mismo.
En este contexto, como si fuese la máquina del tiempo, estoy junto a mi amigo Paquito y otros jóvenes, en un edificio situado en la Plaza de los Reyes de Ceuta. Era el lugar para disputar un torneo clasificatorio para el Campeonato de España a celebrar en Madrid. El aspecto del lugar era inmejorable, y nos llamaba la atención que las mesas y tableros estuvieran colocados con sus piezas para nosotros, aquel simple gesto era un indicador de que se trataba de algo importante.
El nivel de los contrincantes nos hizo poner empeño en las partidas, logrando ambos avanzar a la fase final, disputada entre los cuatro primeros en un sistema de liga. No recuerdo que en aquellos momentos mostráramos nerviosismo ni nada por el estilo, lo natural en estos casos. En cambio, sí veo nuestras sonrisas cuando vencimos a nuestros respectivos contrincantes con relativa facilidad. Curiosamente, nos enfrentamos en la última ronda.
De forma pausada realizábamos nuestras respectivas jugadas, esperando que el resto de participantes finalizaran, quizá con la intención de quedar en tablas. Pero justo cuando los demás habían terminado, mi amigo realizó una jugada que me comprometía en exceso. Estoy seguro de que no fue intencionada, pero, a simple vista, no tenía solución y me llevaba a la derrota.
Poco a poco se fueron aproximando organizador, árbitros y jugadores, mientras yo me tomaba mi tiempo en buscar una solución. Se oían cuchicheos y gestos de todo tipo. Pero yo continuaba impasible. Finalmente, encontré una respuesta que me permitía continuar la partida. Sin embargo, esperé un poco más y el director del torneo no se pudo contener, dándome por perdida la partida. Entonces mostré que, con mi movimiento, la partida no estaba perdida. Me invitaron a ejecutarlo y, tras analizarlo, nadie pudo refutarlo. Es más, en numerosas variantes, yo terminaba venciendo.
Mi esfuerzo quedó para los recuerdos, porque el cero se anotó en mi casilla, la primera y única vez en mi vida como ajedrecista que se da por perdida una partida sin finalizar y sin rendirme. Es obvio decir que mi amigo acudió al Campeonato de España.
Cuarenta años después, en una de nuestras tantas charlas de café, mi querido y recordado amigo Manolo sacó aquel cuadrante y me lo entregó. Lo sostuve en mis manos y, por un instante, volví a aquel torneo, a aquella jugada que quedó grabada en mi memoria.
| Cuadrante original del torneo. Fase final. Previamente se jugaron otras eliminatorias- Ceuta | 
Entre tantos recuerdos, lo que más me entristece es comprobar que, en algunos lugares, todo lo que se hace con entrega —sea ajedrez, historia o cultura— acaba siendo silenciado o absorbido por quienes jamás hicieron una jugada, ni siquiera pisaron la sala de juego.
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| Torneo de ajedrez al aire libre- Huerto de Lutgardo López Muñoz- Año 1988 | 
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| Presentación del V Torneo Abierto Internacional "Ciudad de La Línea" | 
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| Publicación en Área. Se publicitaba en periódicos nacionales y revistas especializadas del mundo. | 






Gracias por leer. Este texto no pretende contar toda la historia, apenas recoge unas breves pinceladas de un gran mosaico.
ResponderEliminarLuis Rodríguez Rodríguez: hola Santi te acuerdas quién nos enseñó a jugar al ajedrez
ResponderEliminarSí, claro, recibimos enseñanza de don Antonio Marfil y de don Pablo, los tableros estaban en clase de este último, eran de madera y las piezas de color rojas y amarillas. Don Antonio fabricó un mural. Ambos se preocuparon de que Pomar viniera a ofrecer una simultánea, también colaboró en aquella fase Manolo Martín, presidente de la Federación Ceutí. Tendríamos unos 11 años, y me hacía especial ilusión cuando el Comisario venía a jugar simultáneas y a quién le ganaba le daba alguna pesetilla. Recuerdo los torneos en el Convoy y los equipos de toda Ceuta. Los niños del Príncipe éramos tantos y creo que buenos, al menos mis amigos, que formaron más equipos con la denominación de La Legión, en este equipo creo que estabas tú, Fuentes, Chacha y yo. Por recordar Don Juan se ocupó del Baloncesto. Además mi primo Rodi, que ya sabía jugar al ajedrez, me ayudó a a progresar.
EliminarEduardo Gavilán
ResponderEliminarBreves pinceladas de la época dorada del Ajedrez en La Línea llevada de tu mano.
Jeronimo Osorio
ResponderEliminarSantiago es una satisfacción poder compartir esta publicación que con tanta nostalgia has escrito, la ilusión y entrega con la que lo haces es digno de admiración, te doy las gracias por todo lo que propusiste traer a la linea y nadie te hizo caso, ahora en otro sitio te prestarán más interés en todo lo que haces culturalmente, gracias
Muchas gracias, Jerónimo. A veces parece que la memoria es frágil, y conviene recordar —aunque solo sea por justicia— algunos hechos protagonizados por otros. Hechos que muchos desconocen, porque "ni estaban ni se les esperaba". Además, resulta más cómodo actuar y hablar como si no hubiera existido un "antes".
EliminarPara quienes no lo saben, La Línea fue una potencia nacional en ajedrez entre los años 60 y aproximadamente 1978, en el Círculo Mercantil.
Ya hacia finales de los años 80, con el Club Santiago Apóstol y la creación de las Escuelas Municipales de Ajedrez, centenares de niños de casi todos los colegios practicaban el juego-ciencia, solo superado por el fútbol (y tendríamos que echar números…). No es de menor importancia el decir que, destacados medios especializados hablaban de esta actividad y era fácil recibir comunicación de Grandes Maestros desde EEUU, hasta Rusia, pasando por África y Europa para participar en nuestro torneo. Todo ello, sin apenas coste para la ciudad o lo que es lo mismo, para el contribuyente.
Demasiada ingratitud
ResponderEliminarEn el último periodo, por parte de algunos bastantes, mucho más que eso.
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