Las manos que no se tendieron
| Residencia de Tiempo Libre "El Burgo"- Imagen CHIPPI |
Aunque no suele ser frecuente, es cierto que esporádicamente lectores me sugieren algún tema a tratar. En este sentido, no suelo poner impedimentos e intento complacer la petición. Sin embargo, en el caso que a continuación expongo me ha costado emprenderlo, aun siendo consciente de que es positivo el dejar constancia de los hechos, fuera de lo que es un trabajo profesional propio de medios de comunicación.
De ahí que haya decidido dedicar a este asunto una crónica que contenga el recuerdo de lo ocurrido, sin profundizar en detalles que pueden resultar dolorosos.
El autobús avanzaba despacio por la carretera, escoltado por dos coches patrulla de la Guardia Civil. Dentro, un grupo de ancianos, hombres y mujeres, algunos asomados a las ventanillas con la mirada perdida y el temor marcado en los rostros, otros en silencio, con las manos apretadas sobre sus rodillas. Eran vecinos de Alcalá del Valle, evacuados de su residencia para protegerlos de un brote de aquel virus que en esos días convertía el mundo en un lugar incierto y hostil. La idea era llevarlos a La Línea de la Concepción, donde estarían a salvo.
Pero a medida que el autobús se acercaba a su destino, el ambiente se volvió tenso. En la entrada del parador, un grupo de personas se había congregado. Al principio parecían meros curiosos, pero desde que se conoció la noticia, comenzaron a movilizarse con declaraciones en redes sociales en contra. Luego vinieron los gritos. Insultos, amenazas, palabras llenas de miedo disfrazado de odio. Algunos alzaban los brazos, otros se tapaban la boca y cuchicheaban.
De pronto, una piedra impactó en la carrocería del autobús. Luego otra. Y otra más. Un vehículo se atravesó en la vía, bloqueando el paso. Dentro, los ancianos se removieron en sus asientos. Uno de ellos susurró: "¿Qué está pasando?". Nadie respondió."
La noticia corrió como la pólvora. De inmediato, los medios nacionales en sus publicaciones digitales denunciaban la tropelía. Al día siguiente, los periódicos en su tirada de papel, radio y televisión hablaban de lo ocurrido: el autobús apedreado, los ancianos aterrorizados, la imagen de un pueblo que había fallado a los más vulnerables en el peor momento. La indignación se hizo eco en redes sociales, pero las voces de apoyo fueron pocas. Parecía que el miedo había ganado. Sin embargo, algunos no quisieron quedarse callados. Surgió alguna carta, escritos, palabras de condena. Una de ellas se tituló "Mis manos y las de 65.000 más", un llamado a la conciencia de una ciudad que no podía permitir que un acto de barbarie quedara en el olvido.
El alcalde, ante los medios condenó los hechos y ofreció explicaciones. Pero con el tiempo, el escándalo se fue apagando. Pasaron los meses, la pandemia se diluyó y los ancianos regresaron a su hogar. Todo parecía haberse esfumado en la memoria colectiva.
Pero algunos no olvidaron. La propuesta de levantar un monumento en señal de desagravio, que siguió a la citada carta, quedó en el aire, flotando entre la indiferencia y el silencio, como siempre en los momentos cruciales. Y un día, en un acto de hermanamiento entre ambas localidades, los alcaldes sellaron con un apretón de manos el deseo de unidad. Se habló de momentos difíciles, de incertidumbre, de decisiones tomadas a espaldas de los ayuntamientos… pero el verdadero motivo que llevó a este encuentro quedó en un segundo plano. No hubo una mención explícita a lo ocurrido aquella noche, ni un reconocimiento directo del miedo que sintieron aquellos ancianos. Se optó por mirar hacia adelante sin detenerse demasiado en el pasado. Tal vez fue un intento de cerrar heridas, pero algunas cicatrices solo sanan cuando son reconocidas. Si existieron disculpas o referencias más directas a los hechos, no están recogidas en la nota de prensa del mismo Ayuntamiento ni en otros medios.
Y así, con el tiempo, la historia corrió el riesgo de desvanecerse. Pero hay cosas que no deben olvidarse, porque recordar es la única forma de hacer justicia cuando la prudencia, las piedras y el miedo han hablado más fuerte que la razón.
Tiempo después, el Parador del Burgo cerró sus puertas. Era un lugar emblemático, un punto de encuentro para visitantes de toda Andalucía. ¿Casualidad? Tal vez. O tal vez no. A veces, las consecuencias de los actos se manifiestan de formas inesperadas.
LA MANOS DE SESENTA Y CINCO MIL LINENSES
Santiago Chipprraz
En este sentido, deseo dejar claro, pese a que es muy difícil en el caso de mentes perversas, no obstante, lo intentaré, que las sombras que nos cobijan son de los árboles que ellos sembraron. Muchas de las carreteras de hoy fueron senderos y caminos marcados, a menudo con zapatos de suelas desgastadas; con cuatro productos cocinaron manjares y engañaron nuestros estómagos; el agua que hoy bebemos se recoge en pantanos que ellos construyeron; nacimos y nos cuidaron en hospitales que edificaron; comimos de los productos sembrados y recolectados con sus manos, remendaron las redes para poner en la mesa lo mejor del mar, criaron todo tipo de animales desde muy jóvenes y, sobre todo, enseñaron, con algo que ya no tenemos, a tragarse las lágrimas y a esconder el dolor. Sin embargo, siempre tuvieron como objetivo que nuestras vidas fueran mejores.
Por si lo relatado no fuese suficiente, ahora, en el ocaso de sus vidas, cuando sus escasas fuerzas las tienen que dedicar a que su corazón siga latiendo un rato más, cuando alejados de sus modestas pertenencias están recluidos en hogares atendidos por extraños, cuando su única ilusión al despertar es mirar una foto y esperar que alguien, algún día de la semana o del mes, les traiga una noticia buena de uno de sus nietos, en fin, cuando le dan gracias a Dios por la visita que esperan con ansiedad, ahora precisamente, deben soportar una nueva separación de quizá su último rayo de sol, de su penumbra, de su silla y de su mirada perdida hacia algún lugar.
Mis queridísimos abuelos, hoy no quiero extenderme más, porque es preciso que descanséis. Pero quiero informaros que los gritos que oísteis ayer eran solo de unos pocos, muy pocos. Los habitantes de esta tierra, los que en estos momentos estamos obligatoriamente dentro de las casas, somos acogedores, solidarios, cordiales y familiares; incluso, disciplinados, como se puede ver según los índices de infecciones. Es posible que en parte sea por egoísmo, pero también porque queremos cuidar a todos los que están velando por nuestra salud. Así, quedaos convencidos de que os han traído aquí porque es el mejor lugar para curaros. Estad seguros, confiad en vuestros médicos y cuidadores, que Dios les acompaña. Veréis como todo va a salir bien y, cuando esto llegue a su fin, pasearéis por nuestras calles y plazas y os abrazaremos. Seguro que nunca nos olvidaréis y La Línea de la Concepción será vuestra casa, si vosotros así lo deseáis. Ah, y si sentís vuestras manos apretadas, es porque sesenta y cinco mil linenses de bien, desde nuestros hogares, estaremos pensando en tenerlas cogidas.
* Este escrito se publicó en el Diario de La Línea, que entonces tenía más de diez mil seguidores, además de en redes sociales. Aun así, prácticamente pasó desapercibido.
Nota: Añado este recorte de prensa, entre los muchos existentes. Aunque no recoge algunos detalles importantes, refleja bastante bien lo ocurrido.
La Razón
Detienen a dos personas en La Línea por apedrear a los policías que custodian a los ancianos de Alcalá
El alcalde del municipio gaditano condena la protesta de “indeseables” por el traslado de los 28 mayores contagiados
Creada:26.03.2020 10:43
Última actualización: 26.03.2020 10:43
Dos personas fueron detenidas en La Línea de La Concepción (Cádiz) entre un grupo de unos cincuenta vecinos que lanzaron piedras y artefactos y quemaron contenedores, entre otros disturbios, para quejarse de la llegada a la localidad de 28 ancianos enfermos de COVID-19, ha informado hoy la Policía.
Los ancianos fueron trasladados ayer por la tarde a la Residencia de Tiempo Libre de La Línea de La Concepción (Cádiz) desde la residencia de ancianos de Alcalá del Valle, en la que se produjo un grave foco de coronavirus que causo la muerte a tres residentes y contagió a la mayoría de los residentes y a más de la mitad de la plantilla.
La Policía Nacional tuvo que proteger su llegada a la residencia de La Línea, en un autobús y varias ambulancias, ya que varios jóvenes se congregaron para impedir a la entrada de la ciudad y arrojaron piedras a la caravana.
Además llegaron a interponer un vehículo en la carretera para tratar de obstaculizar el acceso al pueblo de la caravana.
Los agentes tuvieron que establecer un dispositivo alrededor de la residencia para controlar a un grupo de unas 50 personas, que quemaron varios contenedores y llegaron a lanzar dos artefactos caseros contra los agentes desde las azoteas de edificios.
Uno de ellos explosionó en la vía pública sin causar daños personales.
Durante la noche los incidentes continuaron, y varios agentes de seguridad ciudadana que estaban identificando a dos individuos observaron el lanzamiento de un objeto desde la azotea de un edificio próximo que explosionó en la vía pública, desprendiendo humo.
Treinta minutos después se produjo otro lanzamiento similar en el mismo lugar, y la Policía Científica acudió al lugar para recoger los restos de los artefactos para su traslado y análisis.
En otros puntos de la ciudad se produjo la quema de contenedores.
Investigadores de la comisaría de La Línea de la Concepción han comenzado las gestiones para identificar a los autores de estos hechos.
Contra esta agresividad, una iniciativa ciudadana ha promovido este mediodía aplausos desde los balcones para animar a los ancianos trasladados de Alcalá del Valle en su recuperación en La Línea de La Concepción.
Condena a la protesta
El alcalde de La Línea de la Concepción (Cádiz), Juan Franco, ha condenado este miércoles la protesta protagonizada por un "grupito de indeseables y descerebrados" que protestaron por el traslado a la localidad de ancianos contagiados por coronavirus desde el centro de mayores de la localidad de Alcalá del Valle y ha querido dejar claro que "no representan a nuestra ciudad, que es solidaria".
En declaraciones a Canal Sur Radio, Franco ha lamentado que el traslado de los ancianos desde Alcalá del Valle a la residencia de tiempo libre de La Línea “no se ha gestionado bien” porque la Junta no informó en tiempo y forma al Ayuntamiento.
El regidor linense ha explicado que ello impidió al Ayuntamiento "trasladar información cierta a la ciudadanía y se empezaron a generan bulos y rumores" que se difundieron con rapidez en el actual "estado de pánico" por el coronavirus que termina con "cuatro indeseables que acaban provocando este tipo de escenas que nos avergüenzan".
Franco ha relatado que cuando el lunes por la tarde "empezaron los rumores" sobre el traslado de los ancianos de Alcalá se puso en contacto con representantes de la Junta, que le comunicó que "sólo se estaban revisando" las instalaciones de la residencia de tiempo libre por si era preciso contar con un "recurso complementario" si aumentaba la cifra de infectados por coronavirus y "a última hora de la noche ciertas autoridades se ponen en contacto conmigo para decirme que efectivamente los enfermos vienen para acá sin dar más información".
La Junta se disculpa por el
retraso de información
El alcalde de La Línea ha asegurado
el martes por mañana conoció "por la televisión" el
número de personas que venía a La Línea y desde la Junta no se le
facilitó "más información hasta las dos de la tarde",
actuación por la que con posterioridad se le ha pedido "disculpas".
Tras defender que "en un momento de emergencia nacional todos debemos estar remando en la misma dirección", Franco ha querido dejar claro que su queja por la falta de información obedece a que el traslado de los mayores de Alcalá hasta La Línea se podía haber "comunicado de otra forma y evitar el alarmismo", ya que se ha mostrado convencido de que los "indeseables" que protestaron pensaban que los mayores "iban a estar sueltos por la ciudad".
Por el contrario, ha explicado que los ancianos trasladados desde La Línea "van a estar perfectamente atendidos por trabajadores que también van a estar en régimen de confinamiento" en la residencia de tiempo libre, pero "si no se traslada la información te encuentras con la reacción de indeseables que no nos representan".
Como prueba de la falta de información oficial, Franco ha relatado que fue él quien aclaró al alcalde de Alcalá del Valle que los ancianos no iban a ser trasladados “a un campamento” y ha insistido en que “en momentos tan tensos si la información no fluye se producen situaciones tan tensas como las que nos avergüenzan”.
Carmen: Llevas razón, por aquel entonces estábamos confinados,aquellos momentos fueron de locura, pero el mal quedó hecho,fue algo imperdonable,prácticamente todos tuvimos la culpa.Pero tú carta quedó para la historia, para recordarnos a todos que alguien fue capaz de protestar,de reconocer el daño causado.
ResponderEliminarHas hecho lo correcto, lo esperaba. Muchos han mentido.
ResponderEliminarAquella acción contra los pobres, enfermos e indefensos ancianos me llenó de una vergüenza indescriptible, pero fue el silencio generalizado lo que terminó de escandalizarme.
ResponderEliminarPepe Pozo: Santi, tú te mueves en un gallinero (política y cultura literaria) donde el gallo más fuerte es el que manda y si en el gallinero hay algún gallo aún pequeño, pero con pinta de hacerse fuerte cuando se haga más grande, lo acosa para asustarlo y que no presente batalla o lo destierra del gallinero.
ResponderEliminarY del acto vandálico del autobús, (lleno de nuestros mayores)por un grupo canalla que no representa a nadie ,y menos a un pueblo . Este grupo solo merece nuestra repulsa y que caiga todo el peso de la ley sobre ellos.
Pero los políticos, esos, si que nos representan!!
Y no basta con condenar esos actos ( que lo hicieron) debieron en su día ,al acabar la pandemia , hacer un acto público ( el campo de fútbol por ejemplo)con presencia de todos los ancianos del autobús, y del querido Pueblo de La Línea de la Concepción, por el daño humano y psicológico que en su momento les causaron esos 50 vándalos, y haberles hecho un homenaje a modo de disculpas , y dándole el cariño de todos los Linenses .Un abrazo Santi.
Este es un asunto del que se debe dejar constancia escrita, porque es un acto de justicia con aquellos indefensos y enfermos ancianos. Las cosas no se hicieron bien y ellos las padecieron. Gracias por tu comentario.
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