La picaresca en la vida real: Las andanzas de Emilio Sampedro Bienes
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| La imagen de un joven que representa el arquetipo del "pícaro" generada por I.A. Aunque los medios consultados disponen de numerosas fotografías de Emilio San Pedro, desconozco si se autoriza su uso. | 
La figura del pícaro ha sido un emblema en la tradición literaria y cultural española, inmortalizada en obras como El Lazarillo de Tormes y adaptada a innumerables historias y personajes a lo largo de los siglos. Sin embargo, más allá de la ficción, el ingenio y la audacia también han marcado las andanzas de ciertos personajes reales que han elevado el arte del engaño a un nivel casi admirable. Entre ellos, destaca Emilio Sampedro Bienes, un hombre cuya vida parece un capítulo perdido de la novela picaresca, lleno de imposturas, romances y golpes magistrales que lo convirtieron en leyenda.
Un príncipe impostor y las juergas en Gibraltar
La historia de Emilio Sampedro Bienes o Emilio Gómez Díaz comienza con una ambición desmesurada, así lo demuestran las continuas detenciones que constan desde 1901, en Palma, León, Bilbao, Barcelona, Lugo, La Coruña, entre otros, por uso indebido de uniformes, estafa, usurpación o nombres supuestos. Sin embargo, el salto se produce debido a un parecido físico que, como en cualquier buena trama, se convierte en pieza clave del engaño. En 1906, mientras España se preparaba para las bodas reales de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, Sampedro decidió aprovechar su asombroso parecido con un miembro de la familia real británica: el príncipe Francisco José de Battenberg, hermano de la futura reina.
La idea nació, según se dice, durante una juerga en Gibraltar junto a su futuro cuñado, el capitán William Hames, miembro de la guarnición británica. Entre copas de manzanilla y acordes de flamenco, Hames bromeó sobre el extraordinario parecido de Emilio con el príncipe. La broma pronto se convirtió en una trama cuidadosamente planeada. Emilio reunió un grupo de compinches que incluyó a figuras conocidas por sus artimañas: "El Portóles", "El Chichito" y Mariano Conde. Este autodenominado "sindicato de Crispines" financió la aventura inicial con un robo de joyas, que tras empeñarse, generó fondos suficientes para un vestuario regio y el montaje de un cortejo digno de un verdadero miembro de la realeza.
Con su nueva identidad y una actitud altiva que convencía a cualquiera, Emilio inició un viaje triunfal por España, visitando ciudades como Toledo, Zaragoza y San Sebastián. En Toledo, llegó a recibir honores del cardenal Sancha y un sable ricamente decorado de manos de los cadetes de la Academia de Infantería. No obstante, el verdadero príncipe Francisco José, desconcertado por las noticias de su supuesto paso por las ciudades españolas, descubrió la impostura, lo que llevó a la caída de Sampedro y su arresto tras un escándalo nacional.
Las bodas como herramienta de estafa
Si algo caracterizó a Emilio Sampedro fueron sus romances estratégicos, que combinaban el amor con la utilidad. Uno de los episodios más pintorescos de su vida ocurrió durante su juventud en Londres, donde se enamoró de la hija del coronel William Hames. Pidió la mano de la joven, y la boda estuvo a punto de celebrarse. Sin embargo, su creciente afición por el engaño y la falta de estabilidad económica lo llevaron a cancelar la unión y a centrarse en nuevas aventuras.
Más adelante, Emilio fue acumulando bodas como parte de su repertorio de estafas. Llegó a casarse dieciséis veces, cada matrimonio marcado por una impostura distinta. Su décimoséptima boda fue la más notable. Sucedía en Tetuán, donde se presentó como capitán de la Marina Mercante bajo el nombre de Alejandro Bos Arsina. Planeó una ceremonia fastuosa, como ninguna otra en el Protectorado Español, pero fue detenido el mismo día de la boda, dejando una vez más tras de sí una mezcla de escándalo y fascinación.
Los timos y su audacia sin límites
Uno de los episodios más sorprendentes en la vida de Emilio fue su capacidad para embaucar incluso a instituciones militares, religiosas y políticas, afectando a Maura, al Sr. Rico Avelló o al mismo presidente de la República, al cobrarle 5,000 pesetas con el pretexto de confeccionar un álbum. En una ocasión, con condena condicional en el Dueso, salió y se marchó a África, donde ingresó en la sexta Bandera del Tercio, llegando a ser suboficial. Terminada la lucha de Marruecos, ingresó nuevamente en el presidio por estafa, y al salir se fingió coronel del ejército peruano, marchando a Tetuán, donde engañó al Comisario superior, que le hizo desfilar ante él a las tropas españolas y jerifianas.
Desde Algeciras, telegrafió al comisario superior diciéndole que le habían robado la cartera y pidiéndole 2.500 pesetas para continuar viaje a Madrid, que obtuvo sin mayores sospechas. Otro de sus timos implicó a Capitanía General, donde se recibió notificación de un militar de alta graduación para que se corrieran con los gastos del sepelio de su hermana, como así se hizo con gran pompa. Sin embargo, ni había dado esa orden ni era su hermana, sino la esposa de Emilio. Cuando la funeraria exigió el pago, Emilio dijo que él no había dicho nada.
Sin embargo, una de sus estafas más conocidas fue contra el cardenal primado de Toledo, monseñor Sancha. Durante una comida en el Palacio Arzobispal, Emilio le hizo creer que tenía dificultades para cambiar libras esterlinas, convenciendo al prelado de prestarle una suma considerable. Aunque las versiones varían, algunas fuentes indican que pudo haber obtenido hasta 40.000 pesetas, una cantidad astronómica en su época.
La caída de un maestro del engaño
Tras ser condenado a 165 años de prisión por sus innumerables delitos, Emilio pasó una larga temporada en el penal de San Miguel de los Reyes. Allí también dejó su huella pícara, enamorando a la hija del director de la cárcel y planeando una fuga que incluyó llevarse una considerable suma de dinero. Aunque fue recapturado, su carisma le permitió casarse con la joven, consolidando una vez más su capacidad para mezclar el romance con el engaño.
En sus últimos años, Emilio se dedicó a "pequeñas operaciones", como él mismo las llamaba, lejos de las grandes estafas de su juventud. Sin embargo, su legado como uno de los grandes maestros del engaño permanece como una pieza fascinante de la historia de la picaresca en España, un recordatorio de cómo el ingenio y la osadía pueden convertir la vida en un verdadero teatro de ilusiones.
Conclusión
La vida de Emilio Sampedro Bienes no solo refleja el espíritu del pícaro clásico, sino que lo lleva a un nuevo nivel, donde la genialidad y la falta de escrúpulos se combinan en un arte de sobrevivir a través del engaño. Sus andanzas, marcadas por el ingenio, el carisma y la audacia, son un recordatorio de que la picaresca no pertenece únicamente a las páginas de la literatura, sino también a las grietas de la realidad.
Desde las juergas en Gibraltar hasta los engaños a las más altas instituciones, Emilio tejió una red de ilusiones que lo inmortalizó como una figura tan cautivadora como polémica. Su frase, “Yo no elijo mis víctimas. Son mis víctimas las que se ponen en mi camino”, es el epítome de su filosofía: un hombre que veía en cada oportunidad una jugada maestra, sin importar las consecuencias.
Su historia, escrita con trazos de ingenio y tragedia, nos recuerda que en las fronteras entre la moralidad y la astucia se dibujan los perfiles más complejos de la naturaleza humana. La supervivencia, en sus formas más extremas, no solo es un arte, sino también una fascinante narración que sigue cautivando al público.
Nota: La información presentada se basa en los medios escritos de la época, destacando los aspectos más relevantes. Entre las fuentes consultadas se encuentran: La Voz de Aragón, Periódico de Información Literario y Artístico, Crónica de Madrid, El Liberal, El Noroeste, Diario de Burgos, Diario de Palencia, Diario Orzán, Pensamiento Alavés, El Cantábrico, El Faro de Ceuta, entre otros.

El capitán William Hames, según los medios consultados, estuvo en Gibraltar, siendo hijo del coronel William Hames. Me he preguntado varias veces si esas reuniones de copas y flamenco fueron en La Línea.
ResponderEliminarEsta usted hecho todo un LAZARO para aquellos que andamos un tanto ciegos por los callejones de la historia . Con esta entrega me ha descubierto las andanzas de Emilio , a quien de nada conocía , al mismo tiempo que me guia por una época fascinante . Gracias por presentarnos , nada temo de Sampedro , puesto que siempre es "elegido" por excelencias y altos dignatarios . Emilito al de Tormes lo deja en pañales , salvo que este S.Bienes , trasunto de G.Diaz , ha quedado sin novela que lo inmortalice . Gracias por sacarlo de tan largo olvido .
ResponderEliminarComo suelo hacer en estos casos, se trata de un resumen. Pero creo que suficiente para que le tomen el pulso al personaje. Estoy de acuerdo en tu comparativa, desde 1901 hasta 1936, fechas de la recopilación, Emilio no paró de hacer "travesuras". Para que no falte de nada, conocedor de las preferencias de mis amigos, hasta se le sitúa en nuestro entorno. Aunque también los hay autóctonos. Gracias a todos por leer mis trabajos.
EliminarEduardo Gavilán: Es curioso como hay personas que se hacen famosas a través de la picaresca.
ResponderEliminarNo cabe duda que hasta para ser pícaro hay que valer y a pesar del engaño tener ese ingenio y arte para hacerse pasar por alguien que no es y sobre todo a emular a personajes de altísimo nivel.
Habrá tantas anécdotas que se hayan dado en esta comarca y que ignoramos por falta de información
Javier Montesinos: Uffffff, vaya historia la del tal Emilio Sampedro. Desconozco si hay alguna película al respecto, pero su vida es digna de ello.
ResponderEliminarUna osadía e ingenio dignos de un premio más que de un castigo.
Gracias por ese trocito de historia.
Eduardo, la historia de estas personas son fascinantes, precisamente en nuestro entorno los hubo con características muy peculiares. Actualmente, aunque operan de modo distinto, el fondo es el mismo.
ResponderEliminarNo me consta que se realizara película, aunque el argumento es muy bueno. Implicó a demasiadas personalidades como para darle publicidad.
ResponderEliminarMaricarmen: Estás personas suelen ser muy inteligentes, mucha astucia, mucha memoria y mucha falta de escrúpulos. Me imagino que se marcan retos y se lanzan a la aventura, cada uno de esos retos conseguidos es una muesca más a su inteligencia. Es curioso, utilizan su saber para divertirse, engañar y conseguir lo que se proponga. Una buena forma de utilizar esa inteligencia, riéndose del prójimo. Otros con esa inteligencia, estudian para Fiscal General, ...y a veces el resultado es el mismo.
ResponderEliminarAna María: De donde sacas esas historias ? Me ha encantado, los españoles siempre tan pícaros como quijotes , nuestras dos caras.
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