Isabel y Fernando: Forjadores de un Nuevo Ejército en España (I)
El interés por ciertas partes específicas de nuestra historia, especialmente la militar, no es muy común. Tratar de entender las razones puede ser complicado, y probablemente caeríamos en errores al intentar explicarlas. Sin embargo, en muchos casos, estos aspectos son esenciales para comprender la evolución de las naciones, tanto en lo económico, científico como en lo social. Tal es el caso que abordaremos a continuación.
Como en otros escritos, nuestro objetivo será señalar algunas ideas clave que nos permitan, de manera rápida y clara, adquirir o recordar aspectos destacados de la historia de nuestro ejército. Lo haremos en pequeñas dosis, de forma amena y accesible para todo tipo de lectores.
La Europa del siglo XVI era un mundo en transformación, y en el centro de estos cambios estaba la guerra. Los reyes de este tiempo, conscientes de la necesidad de consolidar su poder, se empeñaron en crear ejércitos permanentes. Lo que antes era un caótico conjunto de vasallos, convocados para luchar solo mientras duraba el conflicto, empezó a tomar la forma de una fuerza organizada, constante, capaz de sostener largas campañas y responder a las exigencias de un mundo en constante disputa.
La caballería, otrora el corazón de las batallas, ya no bastaba. Los ejércitos medievales se calculaban por el número de lanzas, los nobles acudían con sus hombres armados según su riqueza y feudo, y tras la contienda, todos regresaban a sus tierras. Pero poco a poco, la guerra dejó de ser un deber feudal para convertirse en una profesión. La infantería, despreciada durante siglos, empezó a cobrar protagonismo. El cambio fue gradual, pero decisivo. El soldado de a pie, que antes era solo una sombra detrás del caballero, comenzó a brillar con luz propia.
La guerra, además, se industrializó. No solo en la producción de armas y equipos, sino en la profesionalización de los soldados. Los ejércitos permanentes requerían un pago constante, y así surgieron las tropas mercenarias, hombres que vendían su espada al mejor postor. Las famosas bandas de condottieri, que en siglos pasados vagaban por Italia ofreciendo sus servicios, se convirtieron en la norma: soldados que luchaban por dinero, no por lealtad.
El caso de España es un ejemplo fascinante de esta transición. Durante el reinado de los Reyes Católicos, se comenzaron los primeros ensayos de fuerzas permanentes. La creación de las Hermandades en 1464 fue uno de los primeros pasos: hombres armados que patrullaban caminos y velaban por la seguridad, mantenidos por las contribuciones de los vecinos. Eran el primer esbozo de lo que más tarde sería un ejército nacional. La guerra de Granada, última gran empresa de la reconquista, fue el escenario perfecto para probar estos cambios. Allí se vieron las primeras compañías de infantería organizadas, y se emplearon los más modernos recursos bélicos de la época: desde máquinas de sitio hasta las temidas lombardas, enormes piezas de artillería que causaban terror en las fortalezas.
Sin embargo, el proceso no fue fácil. El desorden reinaba en los primeros intentos, y la falta de fondos era un problema constante. Aunque los monarcas comprendían la importancia de tener un ejército a su disposición, la financiación de estas tropas seguía siendo un desafío monumental. A pesar de esto, Fernando el Católico fue el primer rey de España en contar con una guardia de infantería armada con picas, espadas y alabardas, marcando el inicio de lo que sería el poderoso ejército español que en las décadas siguientes dominaría Europa.
En cualquier caso, las intervenciones de Isabel fueron una fuente de inspiración y de apoyo importantísima en cualquier acción de estos ejércitos, de entre sus muchas intervenciones , — a la que dedicaremos una crónica específica— podemos recordar, por ejemplo, como en la campaña de Málaga, Isabel se trasladó al frente para apoyar a Fernando, y hay testimonios que señalan cómo, en momentos de retroceso o desánimo entre las tropas, ella intervino, instando a los soldados a continuar con la lucha. Su autoridad y su decisión de acompañar a las tropas no solo tenían un efecto simbólico, sino también estratégico, ya que el ejército veía en su reina una fuente de inspiración y constancia.
Estos cambios no solo afectaron la forma de combatir, sino también la percepción del liderazgo, como lo demostró Isabel la Católica al involucrarse activamente en momentos decisivos, transformando las campañas militares en una empresa conjunta entre la monarquía y sus ejércitos.
El ejército que llevó a cabo la guerra de Granada, según relata el cronista de los Reyes Católicos, Hernán Pérez del Pulgar, contaba con cuarenta mil soldados de a pie y trece mil de caballería tras el sitio de Baza. Pérez del Pulgar ofrece una descripción detallada de las diferentes divisiones del ejército, conocidas como "trozos" o "batallas". Se refiere a la primera, segunda y tercera batallas, así como a la "batalla real", que consistía en las tropas que rodeaban más de cerca a los monarcas. Además, menciona los nombres de los jefes que comandaban estas subdivisiones, algunos de ellos actuando como líderes naturales y otros como sustitutos o delegados de señores feudales.
Esta estructura refleja una mezcla entre el antiguo sistema feudal y las nuevas instituciones militares que los Reyes Católicos estaban implementando. Los "trozos" eran desiguales en tamaño y composición: algunos incluían tanto infantería como caballería, mientras que otros carecían de una u otra, y los efectivos y tipos de armas variaban significativamente entre ellos.
Aunque esta organización aún presentaba claros vestigios del pasado feudal y el ejército permanente estaba en una fase incipiente, el proceso de reforma avanzaba. La guerra de Granada fue una escuela de formación e instrucción militar crucial, ya que las tropas que participaron en ella posteriormente se destinaron a diversas campañas, consolidando las bases del nuevo ejército español.
Por supuesto que me interesa
ResponderEliminarEste año se ha conmemorado el 555 aniversario de la boda de los RR CC . Siempre suelen tocar los historiadores la influencia politica de Isabel y Fernando , y poco la labor militar desarrollada durante su reinado . Me quedan aclarados aspectos que , o bien me eran desconocidos o no había entendido bien en otros trabajos . Muchas gracias por su aportación .
ResponderEliminarGracias Paco, me alegra poner un poco de luz en esos aspectos que mencionas.
ResponderEliminarEduardo Gavilán escribe por Whatsapp: "Lo mismo que ahora con tanto armamento sofisticado...aquellas batallas eran hombres contra hombres con las mismas armas y en igualdad de derecho.
ResponderEliminarHoy la mayoría de las guerras son temibles donde perduran tiempos y tiempos y dónde caen niños y mayores sin poderse defender...ese es el progreso"
Cierto, la evolución en el tipo de armamento y las formas han cambiado mucho.
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