Más Allá del Juego: La Magia del Fútbol en La Línea
Ayer, tras regresar de caminar, escribí este artículo recordando lo vivido durante el trayecto. El viento racheado de levante, que me acompañó como un respiro bienvenido después de varios kilómetros, refrescaba el ambiente. Al pasar cerca de la Ciudad Deportiva, observé que el perímetro estaba abarrotado de vehículos, lo que me hizo sospechar que la Real Balompédica jugaba en casa. Mis sospechas se confirmaron pronto: desde el Estadio Ciudad de La Línea se escuchaban cánticos, voces, "¡uif!" y las inevitables exclamaciones de insatisfacción por las ocasiones fallidas. Incluso se distinguían gritos de desacuerdo, seguramente dirigidos a alguna decisión arbitral controvertida.
Es curioso cómo, con un conocimiento básico de fútbol, apenas es necesario estar dentro del estadio para hacerse una idea precisa de lo que sucede en el campo. Basta con escuchar el ambiente.
Mientras tanto, imaginé a mi amigo Eduardo sentado en las gradas bicolor junto a Antonio García, comentando algún detalle del partido, probablemente con ese conocimiento del juego que siempre vale la pena escuchar. También visualicé a Manolo Chacón y su hijo Juan, atentos a cada jugada, y seguro tomándose algún selfie, como suelen hacer. Ellos son habituales en la escena futbolística de la ciudad, al igual que cientos de personas más que habría reconocido entre los más de dos mil abonados que apoyan al club esta temporada.
Sumido en estos pensamientos, me fui acercando al estadio y los murmullos crecían en intensidad. Fue entonces cuando reflexioné sobre el fútbol y su significado, que va mucho más allá del mero deporte. Sin necesidad de repetir lo que ya se ha dicho tantas veces, pensé en algunos de sus efectos positivos. Para quienes suelen ser reservados en otros entornos sociales, el fútbol ofrece una excusa para conectar y entablar conversaciones. Para aquellos que padecen dolencias físicas o emocionales, esos noventa minutos les brindan, al menos, un alivio temporal. Y para las personas que dedican su vida a cuidar de otros, el fútbol se convierte en un momento de desconexión y expansión, quizás el único respiro de la semana. O, simplemente, es una pasión para quienes disfrutan de este deporte y todo lo que lo rodea.
Y no es solo el ambiente lo que genera ese bienestar. El propio Estadio Ciudad de La Línea, con su ubicación privilegiada cerca del mar y ese aire fresco que lo envuelve, junto a la familiaridad del entorno, crea una atmósfera única. Es un lugar donde uno puede relajarse, sentirse cómodo y, sobre todo, formar parte de una comunidad. Con esa misma idea, se ha presupuestado casi ocho millones de euros para su remodelación, con el objetivo de “hacer felices a los ciudadanos y mejorar su calidad de vida”, como afirmó Mercedes Colombo, delegada del Gobierno de la Junta en Cádiz, durante su visita al estadio. No estoy seguro, pero debe de ser la obra de mayor presupuesto en la historia de esta ciudad, o al menos una de las más cuantiosas.
El fútbol, más allá del resultado en el marcador —aunque ayer los locales no salieron victoriosos—, ofrece una vía de escape, un punto de encuentro y un bienestar que conecta a personas que, de otro modo, quizás no se relacionarían. Crea un sentido de pertenencia y comunidad que es difícil de encontrar en otros ámbitos.
Sería maravilloso que en el futuro existiera una inversión similar para construir una biblioteca totalmente equipada, el doble de grande que la actual, para que los jóvenes linenses del mañana puedan disfrutar de todas las oportunidades posibles. Y aún sobraría presupuesto.
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