Tras la Lluvia, el Arcoíris

 

Tras la Lluvia, el Arcoíris

Imagen Capturada desde mi ventana - CHIPPI

En este día, con intervalos de sol y lluvia, sentado en mi mesa de trabajo, contemplo a través de la ventana situada a mi izquierda una panorámica de la naturaleza que me hace alzar la mirada a menudo. Las innumerables tonalidades que el día ofrece me hacen perder, en ocasiones, la noción del tiempo, y permanezco ensimismado en tan extraordinario regalo. 

En este contexto, los insuperables trazos divinos se entremezclan con los que conservo en mi memoria y archivos, teñidos de la genialidad artística y de vida de un nutrido grupo de personas a las que conozco y admiro.

Entre esos trazos de genialidad, emergen nombres que resuenan en mi memoria, cada uno dejando su huella en distintas facetas del arte y el conocimiento: pintura, escultura, dibujo, poesía, comunicación, historia, ciencias, astrología, filosofía, religión, literatura… En esta relación hago un sitio especial para aquellas personas que destacan por su predisposición y ansias de conocer, sin duda una cualidad admirable, pero que es superada por la más noble de todas: la preocupación por los demás en los trances de la supervivencia. Ellos son quienes, con su entrega y generosidad, nos muestran los dos caminos ineludibles del ser humano: aprender a vivir después de la mayor tragedia y saber morir.

Es posible que cada uno de los que integran estas parcelas del conocimiento se acerque a una respuesta de la naturaleza, pero es seguro que los últimos son el arcoíris, como esas gotas de agua que, al ser iluminadas por la luz del sol en el ángulo preciso, se descomponen en colores y nos regalan ese efímero y asombroso espectáculo.

Me gustaría que este prodigio apareciera con más frecuencia, pero me inclino ante la sabiduría de los procesos naturales. Ahora nos encontramos inmersos en una temporada de lluvias como no se veía en años, y es seguro que brindará una primavera de campos rebosantes de color y vida. En su infinita sabiduría, la naturaleza no se reservará nada para el mañana, ni ostentará su poder; simplemente lo ofrecerá en un acto de generosidad inigualable.

Este pensamiento me lleva a contemplar la pequeñez del ser humano, que viaja en el furgón de cola de la creación, distraído con sus propias vanidades. Se adorna con plumajes ajenos y se envuelve en pequeñeces que lo hacen sentirse grande, mientras es incapaz de reconocer su verdadera condición: una inteligencia precaria, moldeada por excesos de maldad y atrapada en una lucha constante consigo misma.

Stainless Images- unsplash