De una letra que se vuelca en la terapia, que en su urgir se vuelve necesaria, un decir que se libera, liberando un perder que desespera.
Pablo Candeas
Se me vuelve la noche carcelera,
de camastro, el reposo se hace herida,
y en la reja de cárcel traicionera
una sombra se toma forma y vida,
se me viste, en tu cuerpo, de hermosura
y me acerca el volver de tu partida;
y se entrega mi mente a la locura
de pensar que el calvario fue soñado,
que mi abrazo descansa en tu cintura
como siempre, de nunca haber faltado;
¡ay mi amor! y me faltas cada instante,
cada segundo de un vivir pausado
que, en su pausa, me pone por delante
lo vivido y el perder, tan repentino,
de una vida, que no me fue bastante.
Y maldigo el venir de aquel destino
que, en su filo, se me hace ardiente cera
propiciando, en su gesto de asesino,
que mi noche, se vuelva carcelera.
Si las palabras tienen el poder de evocar el pasado, entonces el pasado se convierte en presente y perdura hacia el futuro.
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