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La Locura de la Razón: Un Viaje de Don Quijote al Zabal

 

La Locura de la Razón: Un Viaje de Don Quijote al Zabal



 Escucho el murmullo de las pequeñas olas rompiendo sobre la orilla pedregosa de cantos redondeados y múltiples colores, mientras percibo el característico olor a algas. Sin embargo, mis pensamientos recorren un paisaje bien distinto, aquel descrito por Miguel de Cervantes en su monumental obra "Don Quijote de la Mancha": una mezcla de llanuras áridas, montañas escarpadas, ríos tranquilos, bosques sombreados y una rica flora y fauna. Los campos de cereales, los viñedos y los olivares dominan el paisaje, junto con los molinos de viento que se convierten en un símbolo icónico de la novela.  

El último capítulo me conmueve profundamente. En el final de la novela (Capítulo LXXIV, Parte II), Don Quijote, en su lecho de muerte, recupera la cordura y renuncia a su identidad de caballero andante, volviendo a ser Alonso Quijano. Este retorno a la realidad es un momento de profunda tristeza y resignación, ya que admite que sus aventuras fueron el resultado de su locura y se despide de sus sueños de caballería. Se siente abatido y finalmente comprende que ha sido incomprendido por la sociedad.

Me hubiera gustado haber estado sentado un rato con Don Miguel para haberle preguntado el motivo de un final que, a mi juicio, es injusto con el protagonista. Hacerle padecer la incomprensión, la discriminación y la risa en sus andanzas, para devolverle la conciencia al final de su error, con lo que nuevamente es maltratado.

Es cierto que la locura de Don Quijote le permitió vivir una vida llena de propósito y aventura, aunque fuera en un mundo de fantasía. Al recuperar la cordura, Don Quijote se enfrenta a la realidad de una vida mundana y sin gloria, lo que puede ser visto como más cruel que la locura misma. Esto plantea una reflexión sobre la naturaleza de la felicidad y la ilusión.

Esta reflexión sobre la ilusión y la realidad me lleva a pensar en el Zabal, un lugar que, como las aventuras de Don Quijote, ha sido en gran medida incomprendido y subestimado. Mientras nos maravillamos ante la grandeza de la naturaleza, a nuestra derecha se extiende el imponente Zabal, conocido en la antigüedad como Saba, proclamando su presencia con igual magnificencia. La historia de esta localidad ha dividido al Zabal en dos: el Zabal Alto y el Zabal Bajo. Es fundamental tener en cuenta que una franja de tierra se ha forjado a partir de las sedimentaciones de la Sierra Carbonera y la arena costera, que con el tiempo se fusionaron y amalgamaron en una única entidad. Con el término de los conflictos, la región adquirió una identidad propia y empezó a desarrollar una economía centrada en la agricultura, respaldada también por una incipiente ganadería.

Este auge alcanzó su apogeo en la década de 1870, cuando tras la segregación se establecieron 150 huertos y huertas, además de asignarse terrenos baldíos de carácter comunitario. No obstante, es esencial enfatizar que, a pesar de toda esta riqueza histórica y agrícola, resulta sorprendente que La Línea y Gibraltar no figuren en los registros de enarenado que han sido documentados en otras regiones. A pesar de contar con documentos que hablan de estos enarenados naturales previos a las fechas citadas, inexplicablemente La Línea ha sido dejada de lado en los estudios sobre este ancestral método de mejora de la tierra.

Abstengámonos de redundar en aspectos previamente abordados por otros; en lugar de ello, focalicémonos en un aspecto menos explorado: el peculiar sistema de agricultura por enarenado que ha sido aplicado desde tiempos antiguos en algunas regiones del litoral español, y que encuentra su raíz ancestral en La Línea. Incluso en el siglo XVI, Hernández del Portillo menciona viñas que se extendían desde el istmo hasta los pies de Sierra Carbonera. Evidencia de huertos no solo en las cercanías de Gibraltar, como los huertos de los genoveses, sino también en zonas identificadas como huertos de los vivanderos, ha sido documentada en mapas militares e informes desde el siglo XVIII. Estos informes detallan algunos aspectos de estos huertos: "En el extremo de la línea, entre pequeñas huertas protegidas por cercas de tierra y cañas...".

Francisco Tornay dedica varios artículos a la región del Zabal, explorando su agricultura, principalmente de hortalizas, y también el cultivo de flores, destacando la alta calidad de los productos. De hecho, diversos estudios señalan que áreas como Almería, Canarias y especialmente los Navazos de Sanlúcar de Barrameda han practicado esta antigua forma de cultivo, datando su inicio en 1772 según Campomanes, aunque algunas evidencias sugieren un origen aún más temprano. Sin embargo, ninguno de los documentos consultados hasta ahora señala a La Línea y Gibraltar como quizás el origen de estos enarenados naturales, a pesar de existir registros que hablan de su uso previo a las fechas mencionadas.

Para entender la eficacia de este sistema de enarenado en la mejora de la agricultura, es relevante hacer referencia a la perspicacia de Columela, quien ya hablaba de ello. Este método provechoso de enarenar el suelo contribuye a optimizar la retención de humedad y nutrientes, además de mejorar la textura y estructura del sustrato, lo que resulta en un terreno más propicio para el crecimiento de las plantas.

Quizá sea algo pretencioso desear que esta tierra se le dé el lugar que le corresponde y que no se le olvide, oculte y discrimine en función de no se sabe muy bien qué intereses. En cualquier caso, no es más que unos apuntes que con esmero fui recopilando y estudiando, pensando en que podrían ser útiles para que un ingeniero agrónomo los utilice como primera base. Hoy, es posible que todo fuera parte de una locura, pero a diferencia del buen hidalgo, no renunciaré a mi compromiso personal de llevar mis conocimientos y mi pasión donde se quiera escuchar mi voz. Este cambio no es una rendición, sino una estrategia. La locura de intentar aportar un bien en tiempos tan escasos no ha abandonado mi espíritu, y como Don Quijote, mantengo viva la llama de mi misión, incluso en la adversidad.

Mientras caminamos pertrechados de pie a cabeza, le cuento todo esto a mi fiel escudero, quien con razón me dice que quién va a prestar atención a algo de tan tamaña importancia, y que no afectará el que La Línea aparezca o desaparezca en esta cuestión; sí estamos de acuerdo, de la misma manera que mi Anita, mujer entendida de campo y cercana a los fogones desde hace sesenta años, sabe que las patatas del Zabal de Juan Villodre, Agustín Sores y otros son mejores que las famosas de Sanlúcar que tanto se aprecia en esta localidad. Amigo Sancho...


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